Cementerio
Decenas de familias preguntan por el paradero de sus fallecidos.Amelia Andrade / EXPRESO

Testimonios del COVID-19: “Pierdo las esperanzas de hallar el cadáver de mi papá”

El cuerpo de Julio Reyes se perdió el 28 de marzo. Existen decenas de casos similares. Una demanda marca precedente.

Tiene los brazos cruzados y aparece en la foto mirando a la cámara, con una sonrisa a medio dibujar. A su lado, una lápida que reza: “Sonia Tomalá Arístega. Diciembre 8 de 2012”.

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Julio Reyes visitaba con frecuencia a su esposa muerta en el cementerio general, sobre todo en días especiales. Lo hacía para recordar la promesa de estar junto a ella cuando llegue el final. No pudo cumplirla. Hoy es uno de los muchos fallecidos en medio de la emergencia sanitaria de los que no se conoce el paradero de su cuerpo.

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A Julio Reyes le importaban mucho las despedidas. Era de los que no se perdía un velorio y de los primeros de llegar a los sepelios, desde el escalón 310 del cerro Santa Ana, donde vivía; “pero él no pudo tener una ceremonia fúnebre”, lamenta su única hija, Blanca Reyes.

Julio Reyes
Julio, junto a la tumba de su esposa, a quien visitaba en ocasiones especiales.Cortesía

Ella no lo entiende. Julio muere el 28 de marzo en el hospital IESS de Ceibos, a las 00:30. A las 02:30, le dan la noticia, a las 06:00 fue al hospital a ver el papel para el trámite para cremarlo en el cementerio Jardines de Esperanza. Luego de doce horas de espera, consigue el turno, el cementerio se iba a encargar del traslado. El 31, otra vez el teléfono. “Su papá no aparece en el hospital”, le indicó el personal del camposanto.

“Me dijeron que no estaba. Pagué para que lo busquen tres veces. El 1 de abril, me dicen que en un contenedor se trasladaron 31 personas sin identificar a otro cementerio; pero allá tampoco está. Lo sé porque Criminalística ya revisó esos cuerpos. No aparece. “Pierdo las esperanzas de hallar el cadáver de mi papá”.

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PESADILLA REPLICADA

Ha hecho de todo. Verificó la página del Gobierno para “encontrar muertos” que tanto promociona el presidente de BanEcuador, Jorge Wated, encargado de la movilización de fallecidos durante la emergencia. Nada. Creó una campaña en redes sociales que muestra a su padre en foto. Nada. “No sé qué hacer”.

Lo que sí sabe Blanca es que hay decenas de casos como el suyo. No es para menos, Guayas registra más de seis mil muertes durante esta emergencia. Se sabe que la mayoría está en Guayaquil. Conoció, por ejemplo, el caso de una mujer que al ver su publicación le escribió por interno y le confesó que a ella le tocó peor, que le dieron otro cuerpo.

“Cuando mi hermano abrió la envoltura mortuoria, vio a otro señor, un afroecuatoriano y de bigotes”, describe el mensaje de Silvia Castillo. Tuvo que devolver el cadáver de ese extraño y sigue buscando el de su padre. No quiso, sin embargo, ampliar el tema con ese medio. “Es duro estar dando testimonio”, explicó por mensaje.

El caos de los primeros días de la emergencia, cuando los cadáveres reposaban en hogares por una semana o se apilaban en los pasillos de hospitales por días enteros, empieza a pasar factura. Otro caso similar es el del cuerpo de Genaro Pincay. No aparece desde el 1 de abril y en el hospital, simplemente, dicen que no lo encuentran, reclama su hermano, Jonas Pincay.

DES-ESPERAR

Al exterior del cementerio Parque de la Paz llegan decenas de deudos en busca de los cuerpos de sus familiares. Uno de ellos, Julio Rendón. Su padre, Julio Amable Rendón, está perdido 20 días ya. “No hubo un control, se desbordó el sistema. Fue una irresponsabilidad de parte del Estado”.

Pese a las constantes negativas de información, Carolina Morocho insistió desde el 26 de marzo para saber el paradero del cuerpo de su padre, Domingo Morocho, quien falleció ese día también en el Hospital de Ceibos. “Fui al cementerio por doce días seguidos. Nada. Recién el 11 de abril me dijeron que criminalística lo reconoció y que ya lo enterraron; pero en el portal no hay nada”.

Guayaquil

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Carolina vio cómo gente rebuscaba entre cadáveres a sus familiares. “La gente abrió los contenedores y se metió a buscar. Allí se desprendió la identificación de algunos cuerpos, entre esos estaba el de mi papá. Él aparece en la lista del hospital. De su cuerpo no sé nada”.

El reclamo llega al juzgado

Gritos desesperados como estos levantaron un precedente esta semana, con una acción constitucional contra el ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, y el gerente del Hospital del Guasmo, Álvaro Ponce, por el extravío del cuerpo de la fallecida María Antonieta Piña, con deceso registrado el 6 de este mes.

Solo una vez conocida la medida, el jueves 16 de abril, el cadáver apareció en uno de los contenedores de esa casa de salud. “La tenían sin refrigeración y la entregaron a la familia en estado de descomposición absoluta”, describió José Flores, abogado del caso, quien, sin embargo, continuará con el proceso legal, porque desde su lectura el tratamiento de fallecidos no siguió el protocolo. “Hubo y hay negligencia. Lo dicen los cuerpos perdidos”.

Cementerio
En los cementerios, los deudos hacen cola para enterrar a sus muertos.Blanca Moncada / EXPRESO

El concejal y doctor en leyes Héctor Vanegas, paralelamente, ha iniciado una campaña para ayudar en esta crisis de cuerpos perdidos con un equipo de su estudio jurídico. Han llegado alrededor de 100 casos en solo tres días. Ayudará con la reclamación, identificación del lugar adonde terminó el cuerpo. Lo preocupante ahora, resalta, es la gente que ha muerto por falta de atención médica, y eso ya amerita otro tipo de acción de carácter penal, explica el funcionario.

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EL DISCURSO OFICIAL

Blanca Reyes ve todos estos casos como una película de terror. Le parece injusto el mal trato a los fallecidos y no le bastan las explicaciones que han dado las autoridades.

Cuando se conoció la dimensión de esta emergencia, el vicepresidente Otto Sonnenholzner apareció en pantalla a decir que “esas imágenes viralizadas nunca debieron suceder”, y pidió disculpas. Jorge Wated, por su parte, explicó que cuando él llegó, a fin de mes de marzo, “ya había diez días de retraso”, y que “por eso colapsó el sistema”.

Podría haber sanciones judiciales por homicidio culposo por mala práctica profesional contra hospitales y autoridades. Han sido negligentes y han causado daño moral a la familias

Héctor Vanegas, concejal.

Dijo en una entrevista que había “ciertos hospitales que no tenían contenedores y sus morgues colapsaron”. Explicó que al principio de la emergencia había dos contenedores, y que hoy hay catorce, y aseguró que “no es que hay personas y cuerpos perdidos, sino que hubo gente que perdió su identificación en los contenedores", y que la solución de eso “está en proceso”.

Wated pide calma. “No voy a inhumar, no puedo inhumar a una persona sin identificación”. Esta semana, en rueda de prensa, evidenció que hay 6.703 fallecidos en los primeros 15 días de abril. 5.700 muertos más que el mismo periodo del año pasado. Esos datos no están contabilizados en las estadísticas oficiales por COVID-19, que suman 9.022 contagios a escala nacional, de los cuales 456 han fallecido.

Es domingo 18 de marzo de 2020. En diez días, Julio Reyes cumplirá un mes de fallecido. Su única hija aún espera saber de su cuerpo. El presidente ha declarado luto nacional. A Guayaquil, la ‘Wuhan ecuatoriana’, no le importa. Lo único que pide la ciudad es orden.