Premium

Encuentro. El debate electoral entre los siete presidenciables se desarrolló en las instalaciones de Ecuador TV, en la ciudad de Quito.
Encuentro. El debate electoral entre los siete presidenciables se desarrolló en las instalaciones de Ecuador TV, en la ciudad de Quito.CNE

El CNE boicoteó el debate otra vez

Los organizadores del debate parecen temerle al diálogo. Su formato privilegia el cumplimiento de formalidades al intercambio de ideas. Un análisis

Otro debate abortado y van tres. Los cambios en el reglamento (casi cosméticos) aprobados por el CNE con el supuesto propósito de favorecer la interacción entre los participantes y hacer más ágil el diálogo, en realidad tuvieron el efecto exactamente opuesto: lo entorpecieron todo hasta el extremo de que los propios moderadores llegaron a perderse y a confundir sus papeles. El debate de candidatos a la Presidencia del pasado domingo pareció, por momentos, un programa cómico en el que el único debate posible era entre los moderadores y los candidatos. Un formato acartonado, que privilegia el cumplimiento de formalidades por sobre el intercambio de ideas y hace imposible la fluidez del diálogo, convirtió el debate en un ejercicio inservible.

Luego de tres intentos, el CNE sigue sin dar con el formato adecuado. Pero su problema no es de formato sino de concepto. Los organizadores creen que su deber es evitar todo enfrentamiento entre los candidatos hasta el extremo de prohibir que se lancen acusaciones. Creen que el único tema por debatir son los planes de gobierno y excluyen toda posibilidad de tratar los antecedentes de los participantes, sus relaciones políticas, sus páginas negras, sus rabos de paja, que en algunos casos son kilométricos. Creen que su deber es administrar los tiempos de los candidatos, para lo cual crean una rejilla de intervenciones fuera de la cual nadie puede moverse ni decir palabra. Creen que las interacciones, las preguntas, no sólo el orden de las intervenciones sino la misma posibilidad de que un candidato interactúe con otro, deben ser sometidas al azar de un sorteo. Creen que en las eventualidades de ese azar y en las servidumbres de ese cronometraje milimétrico residen las cualidades democráticas del debate: como si el hecho de que todos los candidatos terminen hablando 14 minutos con 40 segundos o lo que sea, fuera más importante que la posibilidad de poner a prueba sus ideas mediante la confrontación con las ideas de los otros. En suma, creen en el CNE que la palabra no debe fluir sino encajonarse. Pero si la palabra no fluye, simplemente, no hay debate.

Debate Presidencial 2023.

PoliTrends | Esto es lo que nos dejó el debate presidencial 2023

Leer más

Este domingo Xavier Hervas habló de las acusaciones que pesan sobre Jan Topic en relación con la trama de Odebrecht; dijo que él recibió 13,5 millones en su cuenta y que con ese dinero construyó el cable submarino de fibra óptica en el contrato con el que lucró la empresa de su padre durante el correísmo. Y ahí quedó flotando semejante molonazo sin que el aludido tenga la oportunidad de responderlo porque el formato simplemente no lo permitía y ya lo de Hervas había sido una licencia que los moderadores debieron detener a tiempo. Mientras tanto, Luisa González despachó sin pestañear la afirmación de que las hidroeléctricas construidas durante el correísmo no funcionan en la actualidad porque los gobiernos siguientes no les dieron mantenimiento, cuando la verdad es que no funcionan porque fueron mal construidas, con materiales baratos para bajar los costos y guardarse la diferencia, y ahí quedó también ese embuste descarado sin que nadie pudiera desmentirlo porque el formato no lo permitía y los risibles 15 segundos de réplica de los que disponía el candidato que resultaba sorteado para tal efecto no alcanzaban sino para plantear bien o mal una pregunta.

Una pirotecnia de ideas sueltas expuestas en pastillas de 60 o 45 segundos: eso fue lo que el CNE nos vendió como debate. Ideas sueltas y no contrastadas, no demostradas, no puestas a prueba ni cuestionadas, desprovistas del razonamiento que conduce a ellas: meras ofertas de campaña que los propios candidatos ya vienen diciendo en todas sus tarimas. Ideas sueltas sin relación unas con otras y sin relación con nada. El subdesarrollo es eso: la incapacidad de establecer relaciones entre las cosas, entre las causas y los efectos, entre los antecedentes y los consecuentes, entre las elecciones que hacemos y los renunciamientos que esas elecciones acarrean. Fue un debate subdesarrollado concebido por las subdesarrolladas mentes del CNE. ¿Quién lo ganó? Es irrelevante. Perdió el país.

debate

Debate presidencial 2023: pocas ideas y enfrentamiento entre candidatos

Leer más