El carnaval en Santa Elena
El carnaval se fue las playas de Santa Elena y Manabí.Joffre Lino

El carnaval se fue hacia las playas

Miles de turistas arribaron a los balnearios. Las calles de Cuenca lucieron vacías, mientras que en otras ciudades primaron las restricciones

La playa se convirtió en el lugar favorito para miles de turistas que ayer acudieron a disfrutar del carnaval en tiempos de pandemia. A pesar de las restricciones de aforos y distanciamiento para evitar contagio por la COVID-19 en algunos sitios los bañistas se olvidaron de las medidas de bioseguridad.

“Romina, te dije que te pongas la mascarilla y desobedeciste”, le dijo Merly Zúñiga a una de sus hijas que no utilizaba tapabocas en Salinas cuando personal de control les llamó la atención, en ese momento supuestamente recién se percataron del incumplimiento.

Pero no solamente fue la joven quien olvidó la medida, sino también decenas de turistas que llegaron hasta los balnearios de Santa Elena. Algunos de estos comentaban que respirar aire yodado y bañarse en el mar mataba al virus. “Eso dicen los científicos”, le dijo el manabita Franklin Mendoza a uno de los uniformados que le pidió cumpla con la medida.

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Salinas, Montañita, Olón, San Pablo y Ayangue fueron los lugares con el mayor número de visitantes. En estos sitios personal policial y municipal se esforzó en gran medida por mantener el control y evitar desórdenes. Durante la tarde, los balnearios antes mencionados estuvieron al filo del aforo establecido.

“Me parece muy bien un carnaval tranquilo y sin mucho alboroto, así debe mantenerse con o sin pandemia”, expresó la cuencana Vanessa Gallardo, quien observó la advertencia de personal policial a un grupo de jóvenes que intentaron lanzarse espuma de carnaval en la playa de Montañita.

En toda la Península la ocupación hotelera no estuvo al 100 %, pero los propietarios de hoteles están conformes con el repunte. “De no tener nada a alcanzar el 70 % es muy bueno”, comentó Carlos Abad, presidente de la Cámara de Turismo de Salinas.

En Montañita y Olón, los hoteles y hospederías comunitarias alcanzaron el 90 % de ocupación, mientras que en Salinas se alcanzó el 65 %, una de las novedades fue que la mayoría de los huéspedes pagaron alojamiento por un día y no como en otros años que en estas fiestas las habitaciones se ocupaban para tres y cuatro días.

En el precio de las habitaciones también hubo variación. Esta vez las rebajas llegaron hasta en un 50 %. “Como salga el cliente. Antes se cobraba por las matrimoniales 30 dólares, ahora la dejamos en 15 dólares, lo importante es que haya ingreso”, manifestó Octavio Rosales, propietario de un sitio de hospedaje en Montañita.

Hasta las playas de General Villamil, en Guayas, y Playa Varadero, que pertenece a Guayaquil, también llegaron, aunque en menor cantidad, turistas de varios lugares del país. En estos balnearios hubo mucho más control por parte de los agentes municipales.

EN OTRAS PROVINCIAS

Un contraste con lo que se vivió en Manta, provincia de Manabí. Allí, los primeros días del feriado estuvieron marcados por la desobediencia y la falta de respeto a las normativas. Los operativos de control fueron estrictos para frenar algunos actos que generaron descontrol.

La noche del sábado se suspendieron varios eventos en Manta. Según informó el Cabildo, se descubrió a casi 200 personas en San Juan, Tarqui y El Aromo, con más de 400 botellas de bebidas alcohólicas.

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La mañana de ayer, los turistas empezaron a llegar poco a poco a playas como San Lorenzo, El Murciélago y Santa Marianita, aunque el aforo seguía siendo irregular. “Esperamos mejore, siempre este feriado es el más esperado, claro está que la gente está sin dinero, el sector turístico está golpeado”, dijo Junior López, propietario de un restaurante.

En otras ciudades intentaron mantener vivo el espíritu festivo, pero no fue posible.

En Cuenca, por ejemplo, se registró un ambiente casi desolado y tranquilo, con ausencia de eventos y casi sin reuniones familiares. Por las calles hubo poco movimiento, uno que otro transeúnte, lo que incluso generó que las ventas de los productos de carnaval como espumas, maicenas, globos de agua, y potros, sean nulos, según confirmó a este Diario Lola Jimbo, presidenta de la asociación de vendedoras Veinticuatro de Diciembre.

Los turistas, que llegaron principalmente de Guayaquil, prefirieron hacer visitas de un día en el que primaban las caminatas cortas por la urbe morlaca, para luego dirigirse hacia Santa Isabel, Gualaceo o Chordelég. “No hay dinero. Los eventos masivos han sido suspendidos por la emergencia sanitaria y ello implica que los paseos sean cortos”, dijo Carlos Sánchez, uno de los visitantes.

El control policial en las orillas de los ríos Yanuncay y Tomebamba, sitios preferidos en años anteriores para el disfrute carnavalero familiar morlaco, fue máximo durante el fin de semana.

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Estas restricciones también se replicaron en los distintos cantones de la provincia de Los Ríos, donde decenas de policías desalojaron a las personas que habían ido a pasar el domingo a las orillas de las playas y ríos.

Geoconda Amaiquema no tenía ni media hora de haber llegado a la playita de la parroquia El Salto cuando aparecieron los policías y agentes municipales que les dijeron que debían retirarse. Aunque la mujer y otro grupo de personas trataban de explicar que todos eran familia, los uniformados insistieron en que solo cumplían las disposiciones del COE.

Los bañistas salieron del afluente refutando la acción de los agentes y luego de ponerse sus zapatos, empezaron a apartarse del lugar con sus vestimentas empapadas.

Amaiquema agregó que tras el sofocante clima lo único que buscaban era refrescarse un poco porque, según ella, ni siquiera estaban consumiendo bebidas alcohólicas.