Una voz que resuena en Quito
El hospital Vozandes nació hace 67 años, a partir de un sueño de misiones extranjeras. Hoy, conserva su calidad humana y de servicio a bajo costo
“Donde quiera que se ama el arte de la medicina, se ama también a la humanidad”, lo dijo Hipócrates, en el siglo VI, antes de Cristo, en una época donde esta área de la ciencia apenas empezaba a despegar y los avances iban a paso lento.
Hoy, siglos después, este lema se vuelve carne, acción y pasión desde el Hospital Vozandes, en el norte de Quito. El pensamiento del padre de la Medicina se enlaza con el lema de este hospital: “A la gloria de Dios y al servicio del Ecuador”. Su misión sigue intacta y latente, pese al paso de los 67 años de servicio que brindan a la comunidad.
Y es que como lo menciona su actual gerente, Ximena Pacheco, este fue uno de los primeros centros médicos que tuvo el país. En 1949, un grupo de misioneros extranjeros cristalizaron su sueño y dotaron a la sociedad con un servicio de amor al prójimo. Pues los pacientes de la época eran especialmente indígenas, quienes estaban en el escalón más bajo de la sociedad.
A los pocos meses de entrar en funcionamiento, los médicos y misioneros evangélicos tuvieron su primer desafío: brindar ayuda a las víctimas del terremoto de Ambato de 1949, en el que murieron más de 5.000 personas. Se convirtió en el único hospital que poseía equipos portátiles de esterilización a gasolina que fueron llevados a la zona de destrucción. Fueron los únicos que, junto a personal militar, constataron que en Pelileo no hubo sobrevivientes.
Todavía hoy, ese principio se conserva. El 70 % de pacientes que llegan (de 497.601 registrados en 2021) son atendidos, pese a que no cuentan con un seguro médico privado o del IESS.
Josefina León da fe de esto. A sus 68 años, experimentó lo más duro. Le diagnosticaron un tumor maligno, que la fulminó. Pero gracias a eso llegó a este “rincón celestial de Quito”. Y lo llama así porque para ella fue como volver a nacer.
Recuerda que un 17 de octubre de 2021, cerca de las 10:30, durante unos exámenes de rutina, un médico de una clínica particular le informó de la presencia de un tumor maligno en su garganta. “No lo podía creer. Pasaba triste y pensaba que moriría, hasta que le conté a un amigo y él me recomendó un especialista de este hospital. Son muy buenos y el valor es justo”.
Finalmente, la mujer fue valorada, le realizaron unos estudios y el diagnóstico inicial fue descartado. Después de casi un año, Josefina goza de buena salud y sus controles periódicos los sigue haciendo en esta casa.
Más allá de las 12 especialidades médicas y cirugías que ofrece, lo que distingue a este hospital es la preocupación por la salud espiritual de los pacientes, como Paúl Cárdenas, quien llegó desde Santo Domingo de los Tsáchilas hace dos semanas.
Ingresó por emergencia por un problema intestinal. Su fe está depositada en este sitio porque a su madre también la salvaron de morir por un embarazo ectópico detectado hace casi dos décadas. Mientras el hombre de 33 años descansa su cuerpo sobre una amplia cama de hospital, su espíritu hace lo mismo con Jorge Rea, un capellán o “psicólogo del alma”, como los denominan varios pacientes.
Él es uno de los 14 consejeros espirituales con que cuenta el establecimiento. Esto también es parte de su servicio. Quienes los requieren reciben una oración, una palabra de aliento y acompañamiento familiar en momentos más duros y alegres.
Una megaobra celestial se destaca en las alturas de Quito
Leer másDespués de 15 minutos, Jorge sale del cuarto. “Él está bien. Gracias a Dios le van a dar pronto el alta, pero extraña mucho a su niño”, dice y se retira por un pasillo hacia otra habitación.
Más adelante, en otra alcoba, Ana y su hijo de 18 años reciben a Bruce, un golden de seis años, rescatado de las calles de Bogotá y entrenado para trabajar con los pacientes. En 15 minutos el apoyo canino puede revivir a más de un desanimado. Así lo pronostican las entrenadoras.
Los pacientes llegan todos los días y otros se van, pero la mística de los primeros misioneros sigue ahí: dar alivio al cuerpo y descanso al alma.
Salud emocional
Como parte del programa de Salud Integral que ejecuta este hospital, se encuentra el apoyo a nivel emocional y anímico para los pacientes, en sus diferentes etapas y procesos de recuperación. La experiencia con perros amaestrados es única. Para este establecimiento cuentan con dos canes, recuperados de su condición de calle, vacunados y bien esterilizados para trabajar con las personas que están en hospitalización. La visita dura 15 minutos y solo se realiza los lunes, martes, jueves y viernes. Cada semana se alterna este personal de “dogtores”, quienes han generado reacciones positivas en la gente.
Despedida. Este joven de 18 años fue dado de alta después de enfrentar una apendicitis severa. Bruce hace sus últimos trucos.
Clown hospitalario
La terapia de la risa es otra de las armas con que cuenta esta casa de salud, donde no solo se cura la parte física, sino también se recupera la alegría. El personal médico, apoyado en jóvenes profesionales que practican clown, realiza visitas periódicas, planificadas, a pacientes de todas las edades. Según la gerente de la entidad, los adultos mayores y los niños son los más contentos ante la presencia de este equipo de trabajo.
En 2018 se implementó el clown hospitalario y nació gracias a la colaboración de otras entidades que vieron la necesidad de reducir el estrés en los pacientes que enfrentan un quebranto en su salud.
Estudios recientes determinan que esto ayuda a trabajar el aparato digestivo, el pulso cardíaco, disminuye las hormonas que causan el estrés, la presión arterial de la sangre y oxigena el cerebro y el cuerpo.
- Cifra. El 60 % personal que trabaja aquí es mujer, desde recepcionistas, enfermeras, doctoras, administrativas y de limpieza.
- Cambio. Ante la llegada de este equipo, los médicos, enfermeras y aún más los pacientes se reaniman y liberan la carga de estrés.
- Pionero. En 1978 implementó la clínica de enfermedades tropicales. Esto lo consagró como el primero y único en el país.
- VIH-SIDA. Fue el primer hospital de Quito, en equipar y poner al servicio de la comunidad una clínica que trate este virus.
- Capellanía. En 2018 nace esta escuela y es la primera en la ciudad, así como la única en dar servicio hospitalario.