Quito

Cada vez hay menos buses que llevan a La Colmena

Los moradores deben caminar largos tramos Subir la pendiente es lo más complicado.  Aún esperan las frecuencias de bus que les ofreció el Municipio

María Tipán pasa el día sentada en una vereda de la calle Río Cinto, en La Colmena Alta, centro de Quito. Espera -junto a sus perros José y Carcosa- que algún día los buses de la ruta Batán-Colmena, que parqueaban allí, vuelvan a ser su ruta de salida.

“Los choferes me pagaban un dólar por barrer el espacio”, dice la adulta mayor. Ella, además, está a cargo de los baños que usaban los transportistas. Se ganaba unos centavos, pero ese dinero ya no le llega.

Son casi 30.000 habitantes afectados por la falta de autobuses, sobre todo porque el barrio se extiende sobre una loma, a unos 10 minutos del casco colonial. “Solo nos queda la línea Jesús del Gran Poder-Bellavista, que pasa cada media hora o 45 minutos”, comenta José, uno de los dirigentes de la zona.

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Además, esta ruta solo llega hasta la parte media del sector, por lo que quienes viven hacia arriba solo les queda salir a pie o en taxirrutas, que cuestan 50 centavos por persona.

“Pero solo llegan hasta La Ermita”, agrega. Luego, la caminata se extiende hasta la avenida 24 de Mayo o a la parada de San Roque, donde ya hay buses.

Como no todos los habitantes tienen recursos para pagar varios pasajes, la mayoría opta por transitar por las escalinatas del barrio que se ven descuidadas y llenas de basura.

Asegura que en horas de la tarde, los pillos aprovechan para esconderse en las gradas o en la maleza para asaltar. “También caminar por la zona de La Ermita hasta coger un taxirruta es peligroso, le van arranchando lo que tenga en la mano”.

José explica que ya han tenido reuniones con la Secretaría de Movilidad y que incluso les ofrecieron cinco rutas. “En lugar de eso nos quitaron una”.

En estas negociaciones también les habrían dicho que la ruta Batán-Colmena ya no era rentable, por lo que iban a replantearla o acortarla.

Para los habitantes, los ofrecimientos de la conexión con el Metro de Quito tampoco les son útiles, pues no ven la forma de acceder al nuevo sistema de transporte. “No piensan en los barrios de las laderas, hay líneas solo para la parte central”, comenta Lucía. María no entiende del Metro ni de la modernización del transporte que tanto escucha, solo sabe que la parada que tanto ha cuidado por más de 20 años está desolada. Ahora solo depende de un bono que no llega ni al salario básico.

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Andrés Sampedro, director metropolitano de Gestión de la Movilidad, dijo que la operadora Vencedores de Pichincha, que realiza la ruta Batán-Colmena, ya tuvo un proceso de fiscalización hace un par de meses. “Si es que en realidad no están prestando el servicio se abrirá un nuevo expediente”, agregó.

La problemática radica, según el funcionario, en que hasta ahora el pago que reciben los transportistas es por pasajero, razón por la que en la nueva distribución de rutas y frecuencias se manejará una caja común. “Ahí tienen que subir ya sea por uno o por mil pasajeros”. Por ahora se tiene previsto para la zona dos líneas de alimentadores al Metro de Quito con 25 unidades.