
Quito 'aesthetic': convierte tus recorridos urbanos en una galería instagrameable
Quito es un escenario aesthetic perfecto para capturar momentos únicos y redescubrir la ciudad con nuevos ojos
A veces caminamos por la ciudad con la vista fija en el suelo o en la pantalla del celular. Pasamos junto a árboles enormes, casas con historias, cielos amplios, texturas y luces que cambian a cada momento. Pero no siempre las vemos. Quito, con su geografía quebrada, sus barrios diversos y su mezcla de lo moderno y lo antiguo, es un escenario visual que muchas veces pasa desapercibido.
No es necesario ser fotógrafo profesional para empezar a capturarla. Tomar fotos puede ser un hobby sencillo, una forma de hacer pausas, de observar lo que normalmente ignoramos. Con solo un celular, algo de tiempo y ganas de jugar con la luz y el movimiento, se puede construir una galería personal de momentos aesthetic.
Durante un recorrido por el parque Itchimbía, el barrio de La Floresta y el mirador de Guápulo, tres lugares emblemáticos de la capital, se recopilaron consejos prácticos para tomar imágenes originales, creativas y sin complicaciones. La idea no es hacer la foto perfecta, sino mirar distinto. Y en ese ejercicio, tal vez también mirar(nos) de otra manera.

Zoom + pasos atrás: una forma de destacar el fondo
Uno de los trucos más útiles para alterar la percepción del espacio es hacer zoom in con la cámara mientras se camina hacia atrás. Esta técnica permite que el fondo —ya sea un mural, una montaña o el cielo— gane protagonismo en la imagen, sin perder al sujeto principal. En Itchimbía, por ejemplo, este recurso ayuda a captar la inmensidad del paisaje con la virgen del Panecillo y con el cuerpo en primer plano.
Movimiento: que la pose no esté quieta
Incorporar caminatas suaves, giros, estiramientos o pequeños “bailecitos” da vida a las imágenes. Evita las poses rígidas y transmite una sensación de naturalidad. La ropa se mueve, el cabello vuela y el cuerpo genera líneas dinámicas. En La Floresta, donde cada esquina ofrece color y textura, esta técnica funciona especialmente bien.
Perspectivas poco comunes: prueba los ángulos
Las fotos que se salen de lo convencional suelen destacar. Usar contrapicados (desde abajo) exagera proporciones, alarga figuras y dramatiza el fondo. En cambio, los cenitales (desde arriba) capturan simetrías o texturas del suelo. Una toma desde el suelo de Guápulo o una vista cenital desde una calle en La Floresta puede transformar una escena simple en una imagen impactante.
Luz natural: tu mejor herramienta
La hora dorada, justo después del amanecer o antes del atardecer, ofrece una luz cálida, suave y favorecedora. Pero también es útil observar cómo las sombras cambian a lo largo del día. En el mirador de Guápulo, la caída del sol entre montañas genera atmósferas cinematográficas. La clave está en estar atento a la dirección de la luz y a los reflejos inesperados.
El cuerpo como composición
Una pose bien pensada no necesita ser exagerada. Cruzar las piernas, girar el torso, levantar los brazos o mirar hacia atrás son gestos simples que generan líneas interesantes. También es posible jugar con el encuadre, tapando parte del lente con una bufanda, una flor o una prenda de ropa, creando capas o desenfoques naturales.

Usa el entorno a tu favor: colores, texturas y formas
El fondo no es un simple decorado: puede complementar o contrastar con la figura. Quito ofrece una riqueza visual en cada rincón: maderas antiguas, murales vivos, adoquines, flores y construcciones. Integrar estos elementos dentro del encuadre, aprovechando diagonales, esquinas o repeticiones, puede darle profundidad y carácter a la imagen.
Sé tú mismo, con estilo
No hace falta vestirse como modelo para tener buenas fotos. La ropa cómoda, con algún toque personal —una chaqueta amplia, un sombrero, unas gafas o una tote bag— puede aportar identidad a la imagen. Lo importante es que el look se relacione con el entorno: algo relajado para Itchimbía, artístico para La Floresta o bohemio para Guápulo.
Atento a lo inesperado
Los mejores momentos muchas veces no se planean: un perro que pasa, una ráfaga de viento, una sombra extraña o una persona que cruza al fondo pueden hacer que una foto común se vuelva especial. Estar presente, con los ojos bien abiertos, es parte esencial del proceso creativo.
Hacer fotos puede ser más que una actividad: es un ejercicio de observación, una manera de reconectar con lo que nos rodea. Quito ofrece escenarios distintos, pero comparten una misma cualidad: invitan a detenerse, mirar y capturar. No se trata de ser experto ni de tener el mejor equipo. Basta con tener ganas de ver, moverse y jugar con lo que la ciudad ya nos está mostrando.
Capturar la ciudad no requiere grandes recursos, solo disposición a observar lo que normalmente pasa desapercibido. En cada calle, parque o mirador hay una historia visual esperando ser descubierta. Convertir la fotografía en un hobby no solo permite crear imágenes bonitas, sino también reconectar con el entorno y con uno mismo.
Itchimbía, La Floresta y Guápulo no son solo lugares turísticos, sino espacios vivos donde se cruzan el arte, la naturaleza y lo cotidiano. Salir a caminar con curiosidad, probar ángulos nuevos y dejarse sorprender por la luz puede ser suficiente para transformar cualquier recorrido urbano en una galería visual única.

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