Quito

Los moradores de Carcelén Bajo y Los Mastodontes, en conflicto por puertas

Habitantes del segundo sector colocaron paredes metálicas para protegerse de la inseguridad, pero limitaron el paso para las personas del otro sector.

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Acto. Miembros de control del Municipio retiraron las puertas del conjunto.Cortesía

La administración zonal de La Delicia, al norte de Quito, acudió ayer a retirar ocho puertas que fueron instaladas en las calles de acceso al sector de Los Mastodontes -conjunto residencial según sus moradores- y que sirven de paso peatonal y vehicular para los habitantes de Carcelén Bajo. Las barreras metálicas fueron instaladas hace varios años por los moradores para protegerse de la delincuencia. Sin embargo, el operativo no fue exitoso, porque los moradores de la llamada urbanización se opusieron.

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Laura Figueroa, jefa de seguridad de La Delicia, explicó a EXPRESO que la decisión se tomó porque el cierre de las vías se tomó arbitrariamente y es ilegal. “Primero que nada no es una urbanización. La Constitución señala que el espacio público es de libre uso. Esas puertas están colocadas en el espacio público y están provocando la insensibilidad”.

Los moradores de Los Mastodontes sustentan la medida por los índices de delincuencia en el sector. Argumentan que fueron creados y aprobados como urbanización por el Municipio en 1991 y que nunca han estado consideradas sus vías para conectar a la avenida Simón Bolívar con el barrio de Carcelén Bajo -a lo que catalogan que empezó como una invasión tiempo después- hecho por el que reclaman los moradores de este último sector. “Antes la gente salía con tranquilidad a ser actividades en la calle, pero a raíz de que La Roldós se convirtió en una calle colectora eso desapareció. Quedaron las secundarias, pero las motos y la delincuencia llegaron”, contó Vladimir Correa, ciudadano del conjunto residencial.

Por su parte desde Carcelén Bajo, Julia Calle dijo que no es la primera vez que los habitantes de la urbanización les obstaculizan el paso. “Cuando quisimos pasar ya no nos dejaron. Pusieron palos y tierra”. Se quejan, porque deben caminar más para llegar a sus domicilios. Hecho que genera pánico en horas de la noche. “Que ellos comprendan que no es cosa de encerrarse. No tenemos la culpa de la ola de delincuencia”, puntualizó la ciudadana.