El amor a sus barriadas y a la naturaleza ha llevado a que moradores de cuatro sectores del noroccidente de Quito incluso arriesguen sus vidas con el objetivo de cuidar su entorno, sobre todo de quienes llegan a lanzar basura, escombros de construcciones y animales -vivos o muertos- a la quebrada Miraflores Alto, norte de Quito.

Se trata de habitantes de El Pilar, San Luis, Santa Rosa de Los Andes y El Pinar. Ellos han sido insultados, golpeados con piedras, palos y hasta amenazados con revólver, por tratar de evitar que desconocidos conviertan la zona en un botadero, según cuenta la moradora Mary Villamar.

La lugareña explica que, sobre todo en horas de la noche, llegan personas en camionetas sin placa, con sacos que luego tiran hacia el desfiladero. “No es gente de aquí de los barrios, sino de otros lugares, no sé de dónde vengan, pero esto nos perjudica a nosotros y a la naturaleza, en la flora y la fauna”, sostiene.

La residente agrega que las personas que llegan con basura los han intimidado “incluso con armas blancas”. Además, recuerda que hace poco tiempo se generó una alerta que puso en riesgo la integridad de los vecinos, porque fueron amenazados con un arma de fuego. “Con revólver nos sacaron al decir que nosotros no teníamos nada que ver. Entonces, nosotros tocamos la alarma que tenemos de seguridad y ellos salieron en una sola carrera”, relata.

La acumulación de basura en la quebrada, además del mal aspecto y los hedores, genera una gran afectación en lugares donde hay tuberías, como en la calle José González, en la conexión con el barrio Santa Rosa de Los Andes, porque esta se obstruye con los desechos y cuando llueve el agua se desborda.

Eso, para los habitantes, se podría solucionar cuando se deje de lanzar basura. Sin embargo, en el sitio hay un problema mayor: hay partes de la quebrada que han empezado a desmoronarse.

La dirigente Dolores Cayancela explica que en la época lluviosa se acumulan grandes cantidades de agua en lo alto de la montaña, cerca de Cruz Loma, en un sitio donde se debería distribuir el líquido de manera uniforme hacia dos barrancos: Miraflores Alto y El Armero, pero eso no ocurriría.

“Pedimos que en la parte de arriba se haga una buena distribución, como antes que se iba la mitad para El Armero y la mitad para Miraflores”, enfatiza Cayancela.

Además, explica que cuando el agua lluvia baja, toma fuerza y se convierte en un “riachuelo intenso” que llega hasta una tubería que no tiene el diámetro suficiente para recibir esa cantidad y hacer que pase sin problemas. “No abastece esa tubería que tenemos en el paso. Se coge la calle José González, coge abajo a la Primero de Mayo y se desborda”, señala.

Eso ha llevado a que también tengan otros pedidos: que les “ayuden haciendo un talud en la parte de arriba para que en caso de que haya derrumbes no baje con matorrales, sino que se detenga ahí, como hicieron en El Armero (...). Aquí no tenemos nada en la quebrada de Miraflores”.

En la zona ya se empieza a observar deslaves en algunos tramos de la quebrada.

Incluso, en ciertos lugares se evidencia cómo en las partes bajas se ha ido perdiendo tierra, dejando en peligro zonas en las que antes se podía caminar sin problemas. Los moradores temen que el riesgo se extienda y las casas también se vean afectadas.