Quito

pantallas LED
Vallas. En las zonas donde existen conjuntos residenciales hay rótulos con iluminación incandescente que impide descansar.René Fraga

La intensidad de las luces y sonidos opacan a Quito

La falta de control de la insonorización de negocios en sitios residenciales incomoda. Las pantallas led tampoco controla el Cabildo, dicen

La contaminación visual y auditiva es un problema que parece inadvertido en Quito, pero es una de las principales causas que generan malestar e incluso complica las condiciones de vida de los habitantes de diferentes sectores de la ciudad.

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Este es el caso de Luis Miño, quien reside hace más de media década en el sector de la avenida 6 de Diciembre y Gaspar de Villarroel, norte de la urbe. Aquí no existen discotecas, bares o sitios de entretenimiento nocturno que interrumpan su descanso, pero sí es un punto donde la presencia de vallas gigantes obstruyen la visibilidad que tiene desde el piso 8 del edificio en el que reside.

Miño cuenta que hace unos meses colocaron una pantalla led gigante en la esquina de un terreno abandonado que está frente a su vivienda. Desde entonces sus noches y las de su esposa e hijo de 7 años se volvieron tormentosas e insufribles.

“Desde las 06:00 hasta las 00:00 la luz de esa valla es insoportable. Pega directo a los departamentos que tienen el frente hacia la 6 de Diciembre. Es una irresponsabilidad municipal que se permita colocar este tipo de publicidad en una zona residencial. ¿Dónde queda nuestro derecho a estar en paz en nuestras casas?”, reclama.

Según el hombre, desde la primera noche que constató las dificultades denunció, a través de redes sociales, a la misma empresa dueña de la publicidad, de las vallas y al Municipio, pero todos hicieron caso omiso de su queja y necesidad.

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“Parece que si no se tiene una palanca en el Cabildo es imposible que den una solución. Está comprobado que el ciudadano común y corriente debe someterse a estos atropellos”, recalca.

En el otro extremo de la ciudad, sobre la conocida “zona rosa del sur”, en el sector de Quitumbe, una queja similar tiene Giovanny López, quien reside en un edificio que colinda con tres discotecas que funcionan casi contiguas.

Desde el jueves hasta el domingo en la madrugada de cada semana se somete a desvelos forzados y la situación ya se tornó insostenible.

parlantes para bulla
Publicidad. Existen locales comerciales que contribuyen en la contaminación auditiva con los altoparlantes que ponen.René Fraga

La bulla que proviene de estos sitios de diversión, producto del excesivo volumen con que operan le han generado insomnio, ya que en su departamento el ruido llega directo.

“He tomado pastillas para poder conciliar el sueño, pero ni eso me ayuda. Estoy con malestares de cabeza por la falta de descanso y pese a que he denunciado al Municipio tampoco recibo respuesta. A veces vienen a inspeccionar, pero no sé si se fijarán que la bulla también es parte de la suciedad ambiental que hay. Aquí vive gente que quiere descansar. Si hubiese sabido que esto sería así, jamás me habría comprado un departamento. Estoy arrepentido”, manifiesta.

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Desde el sector de la República de El Salvador, donde según el uso de suelo es permitido el funcionamiento de bares, discotecas, pero el control de la insonorización de estos negocios es una deuda que reclaman al Cabildo los moradores.

Alba Núñez, arquitecta y urbanista, se refiere a este tema y cita unas posibles soluciones. Para ella es importante que las autoridades hagan conciencia y difundan los efectos nocivos que generan estos contaminantes en la salud humana, entre ellas la pérdida de audición, el mal funcionamiento de las neuronas, afectación visual por la intensidad de la luz.

Sobre esto destaca que el Municipio debería dar cumplimiento estricto a las ordenanzas vigentes para evitar que haya puntos donde se promueva el excesivo ruido. El riguroso control sería la solución.

Con respecto al uso de rótulos desmedidos con luces de por medio, asegura que se requiere de una regulación municipal clara para las vallas públicas y privadas. “Existe un manejo descontrolado de los letreros que son autorizados y no autorizados por el Municipio, pero en estos no consideran el uso de colores o luces adecuadas, sino que solo buscan atraer al cliente y exceden los niveles de iluminación”, concluye.

EXPRESO consultó con la Secretaría de Ambiente para obtener un pronunciamiento, pero hasta el cierre de la edición no se obtuvo una respuesta desde el área de Comunicación.