Quito

David Chávez, restaurador de Tumbaco
Pintura. Con cada pincelada, David mantiene viva las tradiciones y el arte de Tumbaco.Cortesía Administración Tumbaco

David Chávez, restaurador de Pifo que mantiene viva la historia del Valle de Tumbaco

David Chávez, el guardián del arte sacro que da nueva vida a las imágenes coloniales

En la parroquia de Pifo, al oriente de Quito, las manos de David Chávez devuelven la vida a la historia. Entre pinceles, dorados y el aroma a madera antigua, este artista restaurador de 35 años continúa el legado que heredó de su padre, Víctor Chávez, quien falleció hace quince años y fue considerado el único restaurador del Valle de Tumbaco.

Le invitamos a que lea: Cae red de microtráfico en Solanda: cinco detenidos en operativo 'Alborada' en Quito

Un legado artístico que nació en Pifo

En su taller, ubicado en la misma casa donde creció —una vivienda de más de seis décadas de historia— David revive las técnicas que aprendió desde niño. “Las imágenes que llegan son de mis coterráneos, tienen un valor incalculable por los años de conservación y por la fe que representan”, comenta mientras lija con delicadeza la nariz de madera de un Cristo Redentor que le confió una vecina del barrio.

OPERATIVOS RADARESss

Quito: AMT inicia controles aleatorios en la Simón Bolívar y Ruta Viva

Leer más

El oficio que aprendió observando a su padre se convirtió en su pasión y forma de vida. Víctor Chávez, además de restaurador, fue un reconocido muralista que dejó su huella en varias iglesias y haciendas del Valle. Hoy, David honra esa herencia con el mismo respeto y dedicación, convencido de que restaurar no solo es reparar el daño material, sino devolver la esencia espiritual de cada obra.

Por su trayectoria y compromiso con la conservación del patrimonio, David Chávez fue reconocido con el Ilaló de Oro, galardón que otorga la Administración Zonal Tumbaco del Municipio de Quito a personalidades destacadas en arte, música, danza y literatura. 

Cada imagen restaurada guarda energía y devoción

“Este premio no es solo para mí, es un homenaje a mi padre y a todos los que creen que el arte puede mantener viva la memoria”, expresa con orgullo.

En su taller, las imágenes coloniales y religiosas esperan pacientemente su turno. David asegura que cada pieza tiene una energía propia, una conexión con las personas que las veneran. “Son como urnas donde la gente deposita su cariño, su amor y su fe. Esa energía se queda en el taller, y cuando recibo una imagen siempre le digo: ‘te vas a quedar aquí, te voy a restaurar y volverás a tu casa’”.

Su deseo es que sus hijos algún día continúen este legado, para que Pifo siga siendo cuna de restauradores y guardianes del arte sacro. “El tema de restaurar imágenes coloniales es un aporte a la historia. Nosotros los restauradores hacemos que la historia no muera, que se mantenga con el tiempo”, reflexiona.

Entre pinceladas y recuerdos, David Chávez demuestra que el arte no solo se hereda, también se siente y se vive. 

La mejor información en tus manos, SUSCRÍBETE A EXPRESO.