Quito

Día de Difuntos Quito
En el cementerio de Calderón se realizó un ritual ancestral y se levantó un altar con flores y frutas.Foto: Ángelo Chamba

En Calderón, el Día de Difuntos se celebra con música y rituales

En el cementerio se colocó un altar con flores, frutas, velas, licor, semillas, colada morada y guaguas de pan

En Calderón, la parroquia más grande de Quito, la muerte no se llora, se celebra. Sus habitantes mantienen viva una tradición histórica. Cada 2 de noviembre, las familias se congregan entre flores, música y colada morada para rendir homenaje a quienes partieron de este mundo.

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Desde temprano, el sonido de trompetas y tambores marcó el inicio de la conmemoración. La Banda Bellavista de Calderón, con más de 40 años de historia, recorrió el cementerio principal interpretando El Choclero. 

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Es el segundo año que los músicos acompañan con sus melodías no solo a los visitantes del camposanto, sino también a seis comunas ancestrales de la zona, donde la muerte es entendida como parte del ciclo vital y no como un final.

Al ingreso del cementerio se colocó un altar ataviado de flores, frutas, velas, licor, semillas, colada morada y guaguas de pan. Cada elemento tenía un propósito: las frutas y alimentos eran ofrecidos a la tierra como muestra de gratitud, un gesto de reciprocidad para “refrescar” el suelo y devolverle algo de lo que provee.

La ceremonia principal fue presidida por Teresa Mongas, jatun mama (gran madre) de la comuna ancestral Ejido Turubamba de Amaguaña.

Frente al altar circular, Mongas dirigió un ritual en el que el humo del sahumerio se elevaba. “El altar es un tiempo para recordar a quienes ya se fueron, pero que siguen existiendo en otras dimensiones”, reflexionó. En su cosmovisión, la muerte no existe como término, sino como tránsito a otros estados de conciencia.

Los altares son una forma de recibir a los difuntos, de abrir la memoria para abrazar con cariño a quienes trascendieron. Para la jatun mama, no siempre la muerte es un espacio de llanto, sino de gratitud porque, después de todo, los antepasados viven en nuestra sangre.

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El ritual incluyó la presentación de un grupo de danza en el cementerio de Calderón.Foto: Ángelo Chamba

En el recorrido por las seis comunas ancestrales de Calderón, la música y la danza acompañaron los rituales.

Las familias también compartieron alimentos tradicionales y recordaron que estas prácticas forman parte del patrimonio inmaterial de la zona. “Seguimos con esta tradición porque así mantenemos viva la memoria”, dijo Fernando Samueces, quien asistió junto a su familia.

Sobre una manta, compartieron arroz con pollo, colada morada y guaguas de pan mientras hablaban de los suyos y recordaban con gratitud los buenos momentos. El hombre comentó que, desde pequeño, sus padres lo llevaban al cementerio y compartían los alimentos en las lápidas.

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Parte de la tradición es compartir alimentos al pie de las lápidas.Foto: Ángelo Chamba

Entre los asistentes también estuvo Víctor Columa, quien llevó su guitarra y entonó melodías como En vida, Nadie es eterno en el mundo y Vasija de barro. “El temor más grande no es la muerte, sino el olvido”, comentó mientras compartía uchucuta, una comida tradicional por el Día de Difuntos preparada con harina, papas, alverjas, col o lechuga.

Columa y su familia colocaron platos, frutas y colada morada sobre la tumba de su familiar y, entre cantos, agradecieron por la vida y las enseñanzas recibidas.

Una costumbre que asombra 

Como parte de la tradición, la comuna Elena Rodríguez repartió colada morada y guaguas de pan a más de 150 personas. La iniciativa busca mantener vivo el espíritu comunitario y la costumbre de compartir con quienes acuden al cementerio.

Entre los visitantes se encontraba Carolina Montero, de nacionalidad colombiana, que observaba con asombro la conmemoración. “Nunca vi algo así”, comentó mientras miraba a las familias sentadas alrededor de las tumbas, compartiendo comida y bebida con sus difuntos. 

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La Banda Bellavista de Calderón, con más de 40 años de historia, recorrió el cementerio de Calderón.Foto: Ángelo Chamba

“Es impresionante cómo aquí la gente transforma el duelo en un encuentro, en una celebración llena de vida. En mi país no celebran de esta forma”, agregó.

En los cementerios del centro de Quito, en El Tejar y San Diego, también se registró una alta afluencia de visitantes.

Familias enteras llegaron con flores, brochas y pintura para limpiar y embellecer las tumbas de sus seres queridos.

Luis Guamancela fue uno de ellos. En San Diego visitó la lápida de su padre, madre y hermano. “En estos momentos uno recuerda las cosas buenas, las enseñanzas. Es un tiempo para agradecer”, contó mientras arreglaba los nichos familiares.

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