Quito

Las banderas rojas de Espejo vuelven a flamear en la calle García Moreno

Hoy, hace 227 años, Eugenio Espejo colocó blasones rojos en las cruces de las iglesias del Centro Histórico. Fue un acto precursor de la independencia

Un ‘duende’ salía en las noches a reuniones que no debían ver el sol, y que para ese tiempo eran consideradas subversivas y dignas de prisión. Aquel mismo duende era el adelantado Eugenio de Santa Cruz y Espejo.

Cuenta la historia que el 21 de octubre de 1794 influenciado por su amplia lectura de los filósofos franceses Voltaire y Robespierre, y la reciente Revolución Francesa que había estallado cinco años atrás, Espejo se levantó en medio de la noche para colocar unos blasones rojos en las cruces de las iglesias de la calle García Moreno donde se ubican siete templos.

Centro

Simbología oculta en la capital

Leer más

Los bermejos banderines lucían la inscripción en latín: “Liberi esto, felicitatem et gloriam consecuunto” y en el anverso: “Salva Cruce” lo que se traduce en “Seamos libres, consigamos felicidad y gloria. Salve Cruz”.

“El día de hoy se recuerda este hito en donde, cohibida la libertad de expresión, Espejo debía manifestarse de esta manera. Las banderas rojas son sinónimo de rebeldía, de libertad que luego, junto con otros eventos, lo llevarían a la cárcel y a la muerte”, explica el doctor en historia y rector del colegio Benalcázar, Benjamín Quijano.

Cada año debemos despertar el deseo de ser libres al amparo del conocimiento.

Eduardo Baquero, director coordinador de gestión educativa

Las ideas de Espejo tomaban preceptos filosóficos y principios que buscaban dar un giro y deshacerse del régimen monárquico, en el que el rey encarnaba a un Dios viviente, al que estaban sujetas las colonias. “Es decir, la lucha por la división de poderes, la lucha por la libertad, porque la gente se autogobierne, por la soberanía popular”.

En aquel tiempo, la iglesia y el Estado comprendían un solo ente que funcionaba cual organismo simbiótico para mantener el poder en sus fauces, por lo tanto, el acto se convirtió en una queja hacia la corona española que controlaba todo.

Además, el colocarlas ahí llevaba una ventaja visual, ya que la calle atravesaba todo el casco urbano de Quito en esa época y desde cualquier punto se podían visualizar los siete banderines de protesta.

Aunado a esto, se repartieron pasquines por la ciudad, animando a la gente a alzarse contra el régimen, aunque su intento no logró su cometido.

No obstante, para Quijano este es un acontecimiento precursor de la independencia que influenciaría la destitución del presidente de la Real Audiencia de Quito el 10 de agosto de 1809 y la imposición de una Junta de Gobierno criolla, aunque leal al rey de España.

Más adelante, el 9 de octubre de 1820, comienza el movimiento libertario con la independencia de Guayaquil que rompe, por primera vez, los lazos coloniales. Esto genera una suerte de efecto dominó en las ciudades de la Sierra y culmina con la Batalla del Pichincha el 24 de Mayo de 1822.

Desde allí y con el mismo gesto, las autoridades de la Secretaría de Educación intervinieron llevando los banderines por la calle de las siete cruces. Hicieron una parada en cada una para brindar palabras que actualizan el contexto.

“Hoy corresponde volver a despertar para una independencia intelectual y cultural porque el Ecuador puede ser una potencia intelectual, en el arte, en la ciencia para poder transformar las condiciones sociales”, enfatizó Eduardo Baquero, director coordinador de gestión educativa de la cartera de Educación.

Hubo 3 Espejos y 3 Manuelas, y representaciones teatrales, pero una intervención destacó: la de Carolina Tipán, una chica de 16 años que vestía atavíos que asemejaban a los que hubiera usado en ese entonces la hermana del prócer.

Representar a Manuela Espejo me hace sentir su sangre, su fortaleza y su inspiración como mujer.

Carolina Tipán, estudiante

La joven de voz fuerte temblaba al expresar con fervor un poema dedicado a Eugenio Espejo. “Allá en el horizonte una idea palpita y remueve al dormido...”, decía con ímpetu.

Cuando se da un poema hay que sentirlo, hay que dedicarlo. Yo me concentro tanto en lo que digo y en mi corazón, porque eso es lo que transmite la poesía: los sentimientos y la emoción”, concluyó.

  • Recorrido sabatino: Hoy habrá una actividad conmemorativa en el Atrio de la iglesia del Carmen Alto entre las calles García Moreno y Benalcázar, junto al Arco de la Reina. Habrá representaciones teatralizadas que revivirán la historia acompañadas de la banda municipal. La actividad gratuita iniciará su recorrido a las 11:30 en conmemoración del valiente acto de Eugenio Espejo junto con autoridades de la Secretaría de Cultura del Cabildo.

WhatsApp Image 2021-10-10 at 14.22.19

Intervenir sin deslucir el rostro patrimonial del Centro Histórico

Leer más