Quito

Museo(32968700)
Conocida como la planta milenaria, el agave puede vivir hasta veinticinco años y llega a medir quince metros.HENRY LAPO

El agave, de lo popular a lo gourmet

En Pomasqui, una iniciativa impulsa el producto ancestral. Casa Agave fue reconocida como una de las mejores propuestas turísticas del país

“Que te llamaran ‘mishquero’ era un insulto, porque el chaguarmishque era considerado un trago de indios, un trago de pobres”, recuerda Diego Mora, propietario de Casa Agave.

La primera vez que probó la bebida ancestral fue hace dieciocho años cuando se mudó de Quito a Pomasqui, una de las treinta y tres parroquias rurales del Distrito Metropolitano, y una de las más cercanas a la Mitad del Mundo.

Lo hizo de la mano de Virgilio Collaguaso, el último mishquero de la región. Se enamoró del dulce menjunje, encontrado en el corazón de la planta de agave, que puebla esta región de Pichincha.

“En México hay plantaciones gigantescas de agave, que se cultivan para preparar el tequila. En Ecuador son silvestres y nadie les da uso, ni les presta demasiada atención”, explicó.

Se propuso a aprender, y así fue construyendo el espacio que hoy sirve como vivero, museo, fábrica y bar donde da a conocer el cultivo y uso de esta planta ancestral. La iniciativa fue reconocida recientemente como uno de los seis mejores emprendimientos del país del 2020 según Travel Ecuador, el programa oficial de Promoción Internacional del Ministerio de Turismo.

Al llegar al sitio, lo primero que el visitante encuentra es un jardín repleto de plantas de agave. Ahí, Mayra Espinosa, jefa de guías de la localidad, ahonda en la historia de la especie nativa, y también en su arribo hasta el lugar.

La ministra de Turismo, Rosi Prado de Holguín, entregó el reconocimiento.

Lago Agrio obtiene el reconocimiento de 'Pueblo Mágico'

Leer más

“Todos los agaves que ven aquí fueron rescatados cuando empezaron a construir la avenida Simón Bolívar. Se plantaron nuevamente y desde entonces aquí viven, mueren y se reproducen”.

Hacia el fondo del jardín hay un vivero donde los visitantes, 80% de ellos extranjeros, sembraron su propia maceta con un espécimen pequeño. Hasta antes de la emergencia sanitaria, estos iban a ser trasladados al volcán Casitagua para reemplazar la vegetación que perdió en un dantesco incendio forestal hace dos años.

“La idea era ir con los niños de la comunidad, pero el inicio de la pandemia frenó el plan. Esperamos hacerlo este año. Por hora cuidamos el pequeño ‘kindergarten’ de agaves hasta que podamos ir”, señaló la guía.

Antes de ingresar al museo, Espinosa levanta una piedra que tapa el corazón de una planta enorme. Adentro del penco azul, un líquido transparente lo inunda todo. Es el chaguarmishque, y de la planta a diario sale entre ocho a diez litros del líquido.

“Lo que muchos desconocen es que de la planta se aprovecha todo. La hoja se usa para preparar shampoo, jabón y gel. El polongo se usa como endulzante, combustible o medicina, cuando se seca, sirve para construir”, agrega esta.

Museo(32968636)
El reposado, hecho a base del chaguarmishque, se destila y procesa en las instalaciones de Casa Agave.HENRY LAPO

A Diego Mora le tomó cinco años encontrar la manera de destilar el corazón de la planta para elaborar una bebida espirituosa de gran calidad.

“Fue complicado y hubo un proceso largo de prueba y error. Finalmente trajimos barriles de robles americano y ahí empezamos a hacer el reposado, que toma un año tres meses en elaborarse”, explicó.

Hay dos productos finales: el ‘Mishke Silver’, que reposa en cuencos de vidrio, y el que reposa en madera. Pero en Casa Agave, todo se aprovecha. Entre el catálogo de productos hay jugos, miel, e incluso la flor del agave, una rareza difícil de conseguir, pues solo florece al final de la vida de la planta (cada 20 años), que se conserva en vinagre y se vende en frasco.

“Cuando empezamos a producir íbamos a dejar los productos en tiendas de amigos y conocidos y asimismo los teníamos que ir a ver, porque nadie los compraba. Ahí nos dimos cuenta que no era solo cuestión de colocarlos al alcance del público, sino que había que explicarle a la gente qué era, porque el ecuatoriano solo consume lo que conoce”, subrayó.

Y la apuesta dio frutos, pues hasta antes de la emergencia sanitaria el sitio recibía a un promedio de hasta 1.000 visitantes mensuales, y la producción empezó a aumentar.

Museo(32968686)
Diego Mora abrió Casa Agave hace tres años. El espacio sirve como museo, fábrica, vivero y tienda para sus productos.HENRY LAPO

Actualmente el espacio trabaja con 500 litros de agave mensuales para sus productos y, para cumplir con la demanda, han empleado la ayuda de mujeres de ocho familias de los alrededores de Pomasqui. La mayoría de las ‘mishqueras’ pasa de los sesenta años, un resultado del que el propietario se enorgullece.

 “Para muchas, es la primera vez que son jefas de hogar, que mantienen a sus familias, y les enorgullece hacerlo con un producto ancestral y de su tierra. Eso es lo que buscamos, que se rescate esta herencia y que el ‘mishke’, que es el verdadero espíritu del Ecuador, se reconozca”.

La pandemia, una época para reinventar la propuesta

Con la llegada de la emergencia sanitaria, Casa Agave perdió el 80% de sus visitantes. La mayoría provenía del exterior y en los meses previos a la pandemia habían llegado a su número más alto de usuarios, 1.000 en un mes. Tras reabrir sus puertas con el cambio de semáforo, sin embargo, el museo tuvo que idearse una nueva manera de llegar a un público al que nunca habían captado; el nacional.

A1-6583578 (16583578)

Único incentivo para el turismo deja un sinsabor al gremio en la capital

Leer más

Fue un cambio drástico, porque no habíamos tratado de afincarlos en el mercado nacional y nos tocó empezar a hacer campañas más agresivas en redes y promocionarnos como un sitio de turismo interno”, explicó Mora. Los resultados han sido positivos, pese a las restricciones que han implementado. 

El espacio, por ejemplo, los abre los sábados y domingos y lo hace bajo reservas. Grupos de máximo ocho personas participan a lo largo del día en los recorridos, que duran un promedio de dos horas. El valor del ingreso es de $ 10. Además del recorrido, el costo también incluye un coctel de cortesía, una propuesta nueva que cuenta con el bartender profesional David Barriga a la cabeza. Este se ha dedicado a encontrar los sabores ideales para resaltar el ‘mishke’.

Sus productos, adicionalmente, también han ingresado a tiendas de comercio justo en distintos sectores de Quito y Cumbayá. Este año esperan ampliar el portafolio de productos y hacer estos más accesibles a los comensales curiosos que buscan probarlos.