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Quito delincuencia
Norte. En la Diego de Almagro, donde ocurrió el robo, los guardias de seguridad observan constantes asaltos.RENÉ FRAGA

Se aferró al techo del auto de unos asaltantes por indignación

La victima de un robo cuenta que luchó contra cuatro delincuentes, pero nadie le echó una mano

Las imágenes de un ciudadano aferrado al vehículo de unos delincuentes se han inmortalizado en las redes sociales.

Foto de Sistema Grana (11125269)

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El hecho se registró el martes 23 de agosto de 2023 y hubo testigos que contaron su versión con algunos detalles bastante apegados a la realidad. Sin embargo, EXPRESO dialogó con el protagonista de esta historia, quien bajo el anonimato -por motivos de seguridad- revela todos los detalles de lo acontecido y resume en una palabra el motivo que lo llevó a actuar de esa manera: indignación.

Pide ser llamado Pedro. Tiene 30 años y es ingeniero comercial. Cuenta que el día de los hechos caminaba en compañía de un primo por la avenida Diego de Almagro, en el norte de Quito. De repente se le acercó un sujeto y los sorprendió con una pregunta: “Que si conocíamos a la hija de un capo que habían asesinado. Le dije que no conocía a nadie, que nos dejara en paz, que estábamos de afán”.

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Caminaron pocos metros y fueron abordados por otro individuo. Así, terminaron cercados por los dos desconocidos. Trataron de caminar en otra dirección, pero apareció un tercer cómplice, quien los detuvo.

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Los delincuentes habrían empezado a realizar una especie de interrogatorio. “Nos preguntaban si conocíamos a determinadas personas, les decíamos que no. Nos quitaron los teléfonos a ver si teníamos ese supuesto contacto, de un tal Pocho, pero nosotros no teníamos a nadie así en nuestros contactos”, añade.

Al ver que Pedro y su primo no caían en el juego, estos les habrían amenazado con balearlos si no accedían a sus pedidos.

Le pidieron sus tarjetas, las claves y la cantidad que tenía en sus cuentas, pero inicialmente no accedieron. Al ver que podían cumplir con sus intimidaciones, entregó las contraseñas.

El siguiente paso fue llevarse a su primo a un cajero, para constatar que los datos eran reales. De cerca los vigilaba un cuarto delincuente, quien esperaba en un automóvil.

Pedro explica que a su lado pasó un transeúnte y le susurró que llamara a la policía. No le ayudó. “No era necesario que él se metiera en el problema, simplemente debía llamar a la policía o acercarse a un guardia y decir: ‘Mire, le está pasando algo al chico’, pero no. Lo único que hizo fue un gesto, un ademán de esto no es mi problema y se fue”, rememora.

“Ya ahí perdí los estribos, porque el señor no nos quiso ayudar. Entonces, me abalancé sobre el pillo y le propiné unos cuantos puñetes y patadas...”. Los delincuentes optaron por huir en el auto. Pedro se interpuso. “Antes de que me trepara les golpeé el capó. De ahí me tiraron el carro encima. Eso pasó en mi intento de hacer que la gente que estaba ahí entrara (en la acción) y los sacara (del auto), pero nadie hizo nada. 

La gente se presta para grabar, pero no para ayudar... Si quiere la policía indagará.

Pedro
víctima de unos delincuentes

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