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Martin Pallares: Noboa es Correa

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Ganó las elecciones gracias a que se presentó como lo diametralmente opuesto a Correa termina convertido en eso

Ya se lo puede decir abiertamente porque ya no hay solo señales ni parecidos: Daniel Noboa es el nuevo Rafael Correa. Lo es en el sentido de que la búsqueda del control absoluto del poder se ha convertido en el fin que justifica los medios. 

Cualquier medio: desde las maniobras típicas de la mañosa cultura política, como colocar a impresentables como Mario Godoy en el Consejo de la Judicatura y poner como candidatos a ese mismo organismo a otros de la misma calaña, hasta no tener ni vergüenza ni recato para hacer el gesto profundamente fascista de montar vallas gigantes con las fotografías de los jueces de la Corte Constitucional etiquetándolos como enemigos del pueblo. 

En realidad, lo único que le faltaba a Noboa para que se convierta en el nuevo Correa era, precisamente, cruzar esa línea roja que cruzó el martes anterior con la siniestra aparición de las vallas. Eso fue hacer exactamente lo mismo que lo que su inspirador Correa hacía en las sabatinas, donde proyectaba fotografías de sus críticos y opositores. ¿Y para qué hacen eso? Sencillo: es una velada invitación al linchamiento de quienes aparecen en las fotografías: esos son sus enemigos, los enemigos del pueblo, y las fotografías son para que los identifiquen y sepan con quién desquitarse. En otras palabras, vayan y línchenlos. 

Y si bien lo de las vallas fue la señal de no regreso, hay otros gestos que permiten pensar que Noboa ya es el nuevo Correa o el Correa 2.0. Por ejemplo, la advertencia hecha en la plataforma de X de que el Gobierno se reserva “el uso de todas las acciones legales que correspondan” contra un medio de comunicación, cuyo nombre no dicen, que publicó una investigación que afectó su imagen. “Este tipo de publicaciones vulneran derechos, fomentan el acoso y distorsionan la verdad”, dice el mensaje en tono de amenaza. 

El reencauche de Correa en el cuerpo y alma de Daniel Noboa es, sin espacio para la duda, una de las traiciones más groseras de la historia electoral del país. Precisamente el que ganó las elecciones gracias a que se presentó como lo diametralmente opuesto a Correa termina convertido en eso. Se trata, por lo tanto, de una estafa o una traición que muchos no podrán perdonar, en especial el anticorreísmo, que es una de las pocas fuerzas que tienen capacidad de movilización y de activismo político en el país. Ya lo dijo el expresidente Osvaldo Hurtado con inmensa valentía y envidiable claridad intelectual en una reciente entrevista: Noboa es Correa.