El 7 de abril de 2024 continuaron las labores de limpieza en el sector de La Comuna tras el aluvión del pasado 2 de abril. Con palas, escobas y carretillas, los vecinos retiraron el lodo y los escombros de la zona. 

Al lugar también llegaron instituciones municipales. Emseguridad levantó fichas en 98 familias con algún tipo afectación. De este grupo, las que estén en bajas condiciones económicas podrían recibir un menaje completo, hasta 12 salarios básicos y materiales de construcción de hasta 20 salarios básicos. 

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En el caso de las familias que no aplican, según el Municipio, se les ayuda en la limpieza de las casas y se apela al apoyo del sector privado y organismos internacionales.

Los afectados esperan que estos ofrecimientos se cumplan debido a que algunos vecinos que sufrieron pérdidas en el aluvión de 2022 han peregrinado por varios estamentos del Municipio de Quito en papeleos y procesos que no se terminan de concretar.

Karina Vera contó que ella espera por la relocalización, así como los bonos que le ofrecieron para pagar el arriendo. “Cuando pasó todo, estaba lleno el barrio de funcionarios. Después nosotros teníamos que ir a buscarlos”, dijo.

Su casa ya no es considerada habitable porque tiene daño estructural y está muy cerca de la quebrada El Tejado, donde se originó el flujo de agua de lodo. Tampoco se han concretado los 18 quioscos que se ofrecieron en la Universidad Central del Ecuador para que las familias reactiven su economía. “Hasta hicimos las capacitaciones para obtener los permisos”, reclama.

Patricio Sanguña, quien fue perjudicado por segunda vez, expresó que de las nuevas reparaciones a su casa no ha recibido ninguna respuesta y que lo más probable es que, de nuevo, tenga que asumir él esos gastos. “Nos dijeron (los funcionarios del Municipio) que podríamos acceder a un bono, pero eso tomará tiempo”, agrega.

Con el bono, cuyo monto no sabe, podría comprar los enseres que perdió el 2 de abril con el segundo aluvión. “Puse un bar cafetería para salir de la crisis del primer aluvión”, explica.

A Érika Salcedo, cuya casa es una de las más afectadas, tampoco se le han concretado los ofrecimientos. “Me piden la cédula, pero hasta eso se perdió. Me quedé con la ropa que llevaba puesta”, lamenta.

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