Quito

Limpieza aluvión
En la cancha de ecuavóley de La Comuna se acumuló una gran cantidad de lodo. Dos días después del aluvión, los trabajadores continuaban con el retiro del material.Foto: Karina Defas

Falta de organización, un problema para La Comuna y La Gasca

Los moradores de ese sector y de La Gasca han enfrentado dos aluviones en un par de años

Con la ayuda de una escoba y una manguera, Juan Carlos Chamorro y su esposa limpiaban el 4 de abril el lodo que el aluvión dejó en las paredes de su tienda.

Su negocio está ubicado en la calle José Berrutieta, en el sector de La Comuna. La zona otra vez se vio afectada por el evento climático, luego de dos años.

Los recuerdos del aluvión de 2022 todavía están frescos. Su casa y negocio quedan a pocos metros del puente por donde descendieron miles de metros cúbicos de escombros.

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Recuerda que, al igual que la vez pasada, aquel martes escucharon un fuerte estruendo mientras la calle principal se llenaba de lodo. Desde horas de la mañana de ese día, Chamorro asegura que en el chat algunos vecinos ya alertaban que se estaba acumulando agua en la parte alta de la quebrada El Tejado. Más tarde se desbordó, ocasionando un nuevo aluvión.

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Al morador le llamó la atención ver que una gran cantidad de escombros y basura bajaban por la vía. ¿No aprendimos nada de la vez pasada?, se pregunta. Critica que las personas sigan ensuciando la quebrada si conocen que hay el riesgo de que se tapone y se desborde.

“El trabajo de las autoridades es monitorear, limpiar, prevenir, pero como comunidad también tenemos responsabilidad y debemos colaborar con pequeñas acciones, como mantener limpios estos lugares”, dice.

Se lamenta que la tragedia de hace dos años no les dejó grandes aprendizajes como comunidad e incluso a las autoridades “parece que se les olvidó lo que pasó”. Esto en referencia a que días después del aluvión de 2022, hubo mucha atención, incluso les dieron un par de charlas de prevención. Sin embargo, todo quedó ahí.

Para Patricio Sanguña, presidente del Comité Comunitario de Gestión de Riesgos, en algunos aspectos sí han tenido colaboración de instituciones que les han capacitado en prevención y primeros auxilios, tras el evento climático de dos años atrás. Pese a ello, considera que esta vez no se hizo lo suficiente para evitar el fenómeno.

“Solo estaba limpia la parte de abajo, pero arriba había una gran cantidad de escombros y troncos de árboles y eso se convirtió en un arma porque causó que se taponara”, sostiene.

Limpieza aluvión
En el sector de La Primavera, obreros colocaron un bypass para desviar el agua represada que viene de la montaña, tras el alud ocurrido el 2 de abril.Foto: Karina Defas / EXPRESO

Asimismo, el dirigente coincide con Chamorro en que es necesaria la unidad de los vecinos, por ejemplo, para activar alarmas comunitarias que solicitaron al Municipio y no han recibido respuesta.

En la zona hay tres alarmas, pero el día del evento climático solo una sonó después de cinco minutos. Estos equipos son de tres moradores. Sanguña menciona que cuando se trata de dinero, ya que se las adquirió por autogestión, el apoyo todavía es menor. “Todos exigen, pero a la hora del rato no hay colaboración”, recalca.

Manuel Orozco también ve como un problema a la falta de organización. No obstante, propone que para prevenir un evento de esa magnitud se hagan mingas frecuentes para limpiar las quebradas y, además, que se multe a quienes las ensucian. “Solo pegándoles en el bolsillo capaz la gente entiende”.

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Por su parte, Gabriela Sigcha, presidenta de La Comuna, no pierde la esperanza que después del segundo aluvión los vecinos tomen conciencia de lo importante que es estar unidos para enfrentar riesgos.

Recuerda que han recibido charlas, pero siempre van las mismas personas. Pocas se involucran y menos los jóvenes.

Por ello en la actualidad están trabajando con estudiantes de la Universidad Central del Ecuador para dar un primer paso y conformar brigadas.

Al igual que en La Comuna, moradores de La Gasca limpiaban de sus casas y negocios el lodo que dejó el aluvión.

Con botas de caucho, Teresa Villegas, de 76 años, y su hijo, salieron para recorrer la zona. Asegura que esta vez cayó mucho más lodo y, después de tres días de limpieza es complicado retirar todo el material. 

Ella cree que el trabajo no solo debe recaer en las autoridades, también los vecinos tienen que cooperar. En su barrio hay un comité pequeño que no se ha organizado para enfrentar desastres y riesgos.

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