En Quito, al menos 169 barrios de 1.277 que tiene la capital estarían en alto riesgo de inundaciones y deslizamientos, por las características geográficas de cada zona.

Este es el caso del sector de La Comuna, a casi dos años del aluvión, aún viven con el temor de que la tragedia se repita con la llegada de la época invernal.

Manuel Orozco recuerda que como producto de las lluvias y la acumulación de agua, lodo y escombros en la quebrada El Tejado, norte de Quito, se formó una avalancha que se desplazó por las calles del barrio La Comuna y descendió hasta La Gasca, desencadenando en una tragedia que cobró la vida de 28 personas y dejó a otros más con pérdidas materiales, el pasado 31 de enero del 2022. 

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Desde entonces, dice Orozco, el Municipio realiza un mantenimiento periódico de la quebrada para evitar eventos de este tipo.

Por su parte, Paúl Calle, subgerente de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), explica que las cuadrillas realizan un monitoreo permanente a través de inspecciones con drones para identificar posibles deslizamientos y obstrucciones con el fin de intervenir de manera oportuna y rápida.

Entre julio y agosto de este año se ha desalojado más de 3.500 metros cúbicos de material acumulado en las estructuras de captación de quebradas, como parte del Plan Lluvias 2023-2024.

Según Calle, para la temporada de invierno, Epmaps destinó 23,3 millones de dólares, principalmente para reparaciones de colectores y redes de alcantarillado. De este rubro, se utilizarán 14,8 millones de dólares para el mejoramiento y mantenimiento de estructuras de captación en quebradas.

Además, para la limpieza de pozos y sumideros se comprarán hidrosuccionadores, con un presupuesto de 3,9 millones más.

Los sectores que hasta ahora han sido intervenidos son: Las Magnolias, Los Laureles, Calderón, Condado, San Antonio, La Victoria, Zámbiza, el deprimido de la Occidental, San Isidro, Rumipamba, Cochapamba, Carcelén, Conocoto, Guamaní, Quitumbe, La Ecuatoriana, Alangasí, Armenia y La Pulida.

Christian Rivera, especialista en Gestión de Riesgos, indica que, sin programas y planes fuertes de prevención y sin la instalación de sistemas de alerta temprana, es muy probable que suceda un nuevo aluvión en cualquier lugar donde hay laderas y puntos de riesgo.  

Carmen Anchundia vive 15 años en San Carlos y la presencia de una quebrada próxima al sector es una alerta latente.

Ella recuerda que en abril del 2023 un movimiento de tierra afectó a las viviendas de 15 familias que habitan en este lugar. El movimiento de tierra los sorprendió en la madrugada.

Hoy en día, las calles Manuel Zabala y Melchor Valdés no cuentan con adoquinado ni veredas. El lodo y escombros recorrieron estas vías e ingresaron a las viviendas y los moradores perdieron sus muebles y electrodomésticos. El río de escombros y agua sucia se formó desde lo alto de la quebrada. El mantenimiento que se hizo en ese entonces contribuyó a que la desgracia no sea mayor.

La Epmaps tiene a su cargo 138 estructuras de captación y a todas se da mantenimiento dos veces al año por el nivel de vulnerabilidad que presentan por ubicarse en pendientes, cerca de viviendas y por ser zonas deforestadas.

Aunque las lluvias suelen desencadenar en deslizamientos, el subgerente de Epmaps señala que la ciudadanía también juega un papel importante en la prevención y gestión de riesgos, pues es la que vive cerca de los taludes y puede alertar a las autoridades sobre el mal uso que se le dé a las quebradas.

Al respecto, Rivera recomienda que para la época lluviosa la ciudadanía debe limpiar los sifones y evitar que el material de construcción tape las alcantarillas.

Además, reforzar las estructuras metálicas de galpones y cubiertas son otras alternativas con las que debe contribuir la ciudadanía en el plan de prevención.

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