ENSAYOS DE LA ESCUELA DE MARIMBA URPIANO BONE EN EL COLISEO DE LA PARROQUIA VICHE 4
Aprendizaje. Decenas de niñas de la parroquia Viche acuden cada semana, después de la escuela, a las prácticas de marimba de la escuela Urpiano Bone.Luis Cheme/Expreso

Urpiano Bone: marimba que retumba en Viche

La agrupación le hace frente, con ritmos ancestrales afroecuatorianos, a los nuevos géneros 

En la parroquia Viche, del cantón Quinindé, se percibe un murmullo que no proviene del viento ni del río, sino del golpeteo rítmico de la marimba. Es un sonido que lleva consigo historias, memoria y raíces afroesmeraldeñas. Allí, en un rincón modesto pero lleno de vida, funciona la escuela de formación de marimba Urpiano Bone, una iniciativa que comenzó hace seis años y que hoy lucha por mantener viva la tradición frente a la falta de recursos y docentes especializados.

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El proyecto nació de la iniciativa de un grupo de mujeres afro llamado Aminta Quiñónez. “Empezamos el 2 de febrero de hace seis años. Esto nació porque en Viche no había un grupo de marimba, no había nada que enseñara a los jóvenes a bailar y tocar este instrumento. Solo reguetón, música vulgar… y nosotros queríamos cambiar eso”, menciona Lourdes Quiñónez, integrante del grupo de mujeres.

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Las clases de baile están a cargo de Francisco Valencia Arroyo, conocido cariñosamente como “Pancho Marimba”, quien desde su niñez ha respirado la música como un aire vital.

“Pancho Marimba”, que aprendió a acariciar las teclas de la marimba desde los cinco años, describe este instrumento no solo como un objeto musical, sino como un puente hacia su historia y su comunidad. “La marimba es más que un instrumento, es un vínculo con nuestra identidad. Crecí escuchando a mi abuelo tocarla; él fue uno de los primeros marineros del cantón y quien regaló la primera marimba al municipio de Quinindé. Todo lo que hago hoy es para honrar esa memoria”, dice con voz serena, pero cargada de emoción.

La escuela no cuenta todavía con instrumentos suficientes ni con un profesor que enseñe a tocar a los menores, por lo que actualmente las clases se concentran en la enseñanza del baile. Pancho explica: “Empecé con 20 niños, ahora quedan casi 15. Solo les enseñamos a bailar, porque no tenemos un profesor de instrumentos. Hace falta alguien que pueda venir a enseñar a tocar la marimba. Yo, personalmente, disfruto más bailando que tocando, pero sé que los instrumentos son esenciales para mantener la tradición”.

A pesar de las limitaciones, las alumnas y alumnos se esfuerzan por mantener viva la cultura. Los ensayos se realizan los miércoles a partir de las tres de la tarde, en el coliseo de Viche. Allí, los pasos de baile se mezclan con risas y disciplina. Cada movimiento, cada giro, es un recordatorio de que la marimba no es solo música, sino identidad, patrimonio y resistencia.

En Viche, cuando el sol comienza a inclinarse, el coliseo parroquial se convierte en un escenario vivo. Allí, sobre el cemento frío y resquebrajado, los niños y jóvenes entran descalzos, dejando que la piel de sus pies roce directamente con el suelo.

Un legado de lucha por la cultura

La historia de Urpiano Bone también está marcada por la memoria de quienes lucharon por los derechos de los afrodescendientes. Aminta Quiñónez, líder histórica del grupo cultural, y su tía Máxima, fueron pilares fundamentales para que la escuela tomara forma. “Doña Máxima me llamó cuando ya no tenía con quién seguir batallando. Fue ella quien nos motivó a dar vida al grupo y a ponerle su nombre en honor a nuestra lucha y raíces”, recuerda.

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