
Seguridad y desafíos en El Salto: Dilema constante para comerciantes
Preocupación crece entre comerciantes de Latacunga por el aumento de inseguridad y faltan de apoyo institucional
Bajo la estructura del Mercado El Salto, la preocupación ha crecido entre los comerciantes. Doña Mélida Jiménez, quien forma parte de la directiva de la asociación de comerciantes, expuso la compleja situación que enfrentaban desde hacía meses por la falta de apoyo institucional.
“Sí, seguimos pagando por la seguridad privada”, afirmó con firmeza. Según explicó, desde abril de ese año los comerciantes han asumido con sus propios recursos el pago de dos guardias, uno para el turno diurno y otro para el nocturno. La decisión se tomó ante los reiterados retrasos en el proceso de contratación municipal.
Cada comerciante debe aportar mensualmente 6,25 dólares, sin importar el tamaño del puesto. El objetivo es cubrir los 1.800 dólares que cuesta mantener a los dos guardias. “No todos están de acuerdo, pero no tenemos otra opción. Sin vigilancia, el mercado queda a merced de la delincuencia”, expresó Doña Mélida.
La cobertura resulta insuficiente. Un solo guardia por turno debe recorrer los pasillos, coordinar desalojos de comerciantes informales y vigilar zonas oscuras. “Durante el día le ayudamos entre todos, pero es extenuante. Por la noche, un policía municipal colabora, aunque no es suficiente”, añadió.
Inseguridad también en los alrededores
El parqueadero del mercado representa otro foco de conflicto. “La gente prefiere dejar su vehículo en la calle porque el parqueadero no es seguro”, señaló. Robos, falta de iluminación y ausencia de vigilancia alimentan la desconfianza. A pesar de que el administrador ha intentado gestionar la colocación de un guardia, no recibió respuesta por parte de las autoridades competentes.
Además, las cámaras de seguridad instaladas funcionaban solo parcialmente, lo que impide identificar a los responsables cuando ocurren robos. “Hemos visto en las grabaciones cómo roban, pero no se les ve el rostro. Es frustrante”, comentó una comerciante.
El comercio informal en los exteriores del mercado genera una fricción constante. Según el Municipio de Latacunga, los sábados se registran hasta 900 vendedores ambulantes provenientes de otras ciudades.

La situación, lejos de mejorar, empeora cada semana. “No tenemos inspectores ni policías municipales que los retiren. El administrador solo puede actuar dentro del mercado; fuera es competencia de Justicia Municipal, pero no acuden”, denunció Jiménez. La falta de regulación causa tensiones entre los formales e informales.
María Chugchilan, comerciante informal desde la pandemia, se ubicaba a diario en una de las salidas del mercado. Vende productos frescos con los que sostiene a su familia. Aunque el Municipio ha ofrecido regularizarlos, muchos como ella prefieren no ingresar al mercado por temor a perder el espacio que ya ocupaban.
El mercado El Salto ha sido blanco de varios intentos de robo y, en mayo de 2024, un asalto dejó pérdidas por cerca de 30 mil dólares. “Las ventas han bajado, pero no podemos permitir que se repita una tragedia como esa”, expresó María Tigasig, otra de las comerciantes afectadas.
Danilo Montenegro, presidente de la asociación, añadió que, aunque han sostenido reuniones con representantes del Municipio, no se registran avances concretos. “Nos dijeron que estaban en proceso de contratación de seguridad por catálogo. Eso podría tomar meses”, lamentó. Mientras tanto, la organización interna de los comerciantes es lo único que garantiza una mínima seguridad. “Ojalá pronto el Municipio cumpla con su parte”, concluyó Doña Mélida.
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