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Los escoberos de Pastocalle: una tradición en riesgo por falta de relevo generacional.Gloria Taco

Los escoberos de Pastocalle: una tradición en riesgo por falta de relevo generacional

El barrio San Bartolomé de Pastocalle es uno de los sitios icónicos donde cerca de mil personas aún elaboran las escobas

En la parroquia de Pastocalle, ubicada en el cantón Latacunga, aún persiste un oficio artesanal que ha resistido el paso del tiempo: la elaboración manual de escobas. Sin embargo, este saber ancestral hoy enfrenta un riesgo latente de desaparecer, debido a la falta de interés de las nuevas generaciones.

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Milton Sánchez es uno de los escoberos más antiguos de la localidad. Con cerca de 30 años dedicados a este oficio, recuerda que fue su padre quien le enseñó a armar una escoba cuando apenas tenía 9 años. Desde entonces, ha mantenido viva esta tradición familiar que ha pasado de generación en generación.

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“Hoy casi nadie quiere aprender. Los jóvenes buscan trabajos más modernos y se van a otras ciudades. No hay quien continúe con esto”, lamenta Sánchez, mientras organiza materiales para comenzar una nueva jornada de trabajo.

El proceso artesanal: nueve etapas y materiales de todo el país

El arte de hacer escobas no es una tarea sencilla. Según explica Sánchez, se deben cumplir nueve fases de preparación de la materia prima, que incluyen desde el tratamiento de la fibra hasta el ensamblaje final. Los materiales provienen de distintas regiones del país: la fibra es traída desde el Oriente ecuatoriano, los palos de mango vienen desde Lago Agrio, y las cajas que utilizan para empacar llegan desde Puerto Quito.

Por la experiencia, me demoro unos tres minutos en armar una escoba. Luego la pintamos y damos los toques finales. En total, una escoba está lista en seis minutos”, comenta con orgullo.

En un día puede engrapar hasta 100 escobas, y en unas tres semanas alcanza una producción de 1.200 unidades. Estas son comercializadas en distintas provincias, desde Riobamba hasta Loja, y luego continúa su ruta hacia la costa, en un viaje que puede durar hasta 20 días.

Cada escoba tiene un costo de dos dólares al por menor, y 1,60 dólares si se adquiere por mayor. “Invitamos a la ciudadanía a que visite Pastocalle y conozca este trabajo que lleva más de 50 años de historia”, invita Milton.

Un oficio que también enfrenta riesgos por la inseguridad

Además del bajo margen de ganancia, los escoberos deben lidiar con un problema creciente: la delincuencia. Durante sus recorridos por diferentes ciudades del país, han sido víctimas de robos. “Nos han quitado el dinero y las escobas, sobre todo cuando estamos en la costa. Es un riesgo que corremos para poder llevar sustento a nuestras casas”, denuncia Sánchez.

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Washington Chicaiza, presidente de la pre-asociación de escoberos de Pastocalle, también ha vivido estas dificultades. Con más de 20 años en el oficio, señala que la falta de una organización formal limita su capacidad de crecimiento.

“Si contáramos con el apoyo para formalizarnos como asociación, podríamos comprar maquinaria propia para producir la materia prima. Así reduciremos costos y mejoraremos las ganancias. Ahora, con todo lo que gastamos en materiales y transporte, a veces no llegamos ni al salario básico”, explicó.

Ambos artesanos coinciden en que la escoba tradicional no solo es un objeto utilitario, sino parte del patrimonio cultural vivo de Pastocalle. Mantener esta tradición requiere del apoyo de autoridades locales y nacionales, no solo para mejorar las condiciones de trabajo, sino para fomentar el interés de los jóvenes en esta actividad.

“Esto no es solo hacer escobas, es parte de nuestra identidad. No dejemos que se pierda”, concluyó Sánchez.

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