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Travesía. La Flotilla Yaku Mama, símbolo de unidad, sigue su recorrido por Brasil rumbo a Belém, guiada por el espíritu de la Madre Agua.YADIRA ILLESCAS

La travesía que une a los pueblos indígenas

La flotilla Amazónica Yaku Mama navega desde hace 18 días por el Amazonas. Es un viaje para exigir justicia climática

El río Napo los vio partir el 16 de octubre, cuando más de sesenta pueblos indígenas y organizaciones ambientales subieron a las canoas y embarcaciones de la Flotilla Amazónica Yaku Mama.

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“Yaku Mama” significa Madre Agua en kichwa, espíritu femenino que nutre la vida y protege a quienes habitan la selva.

Desde entonces, ya son 18 días de travesía por el majestuoso río Amazonas, recorriendo Ecuador, Perú, Colombia y Brasil. Su destino final es Belém, donde se celebrará la COP30 de 2025, que es la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. La cita es desde el 10 al 21 de noviembre.

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En cada parada del viaje, los guardianes del bosque escuchan, aprenden y comparten. En San Juan del Barranco, comunidad Tikuna del Perú, fueron recibidos con danzas y cantos que celebran la vida.

Allí, la cantante amazónica peruana Rossy War unió su voz con la de los pueblos amazónicos, recordando que la música también puede sanar los ríos.

La dirigente Mayra Coba, representante waorani del Ecuador, explica que esta travesía es más que un viaje: “Es una denuncia en movimiento contra la minería y el petróleo. No queremos que destruyan la casa donde hemos crecido”.

Mesa Permanente de Concertación Indígena

Desde la triple frontera entre Ecuador, Perú y Colombia los jóvenes han participado en conversatorios con líderes de la Mesa Permanente de Concertación Indígena de Colombia, para aprender cómo fortalecer la incidencia de los pueblos en las decisiones globales sobre el clima.

La periodista y activista Lucía Ixchíu, mujer maya k’iche’ de Guatemala, porta la voz comunicacional de la flotilla. “Sabemos que es difícil que los pueblos originarios tengamos incidencia en las negociaciones, pero juntos podemos amplificar nuestras voces”, expresa.

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De su parte, Jorge Iván Farinango, joven kichwa amazónico, documenta con su cámara los testimonios de comunidades afectadas por la contaminación petrolera. “Queremos que el mundo vea lo que ocurre río adentro, donde la naturaleza sangra”, dice con firmeza.

También se unió Karen Grefa, de la Escuela Comunitaria Runa Yachay Kiwcha Ecuador, quien denuncia la minería ilegal. “Nos duele ver que el agua que bebemos se contamina. La selva es nuestra madre, y la estamos perdiendo”, lamenta.

Más de 3.000 kilómetros separan el punto de partida de la meta. El líder Julio Verne Bombaire, del pueblo Muruy en Colombia, recuerda que la Amazonía es una sola casa: “Su protección es una responsabilidad compartida, para que nuestros nietos sigan viviendo en esta riqueza que sostiene al mundo”.

Mientras navegan rumbo a Manaos, la flotilla impulsa cinco demandas principales: reconocer los derechos territoriales indígenas, integrar los saberes ancestrales, asegurar la participación plena en decisiones climáticas, garantizar financiamiento directo a las comunidades y proteger a los defensores de la tierra.

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