Chigualo
Chigualo. Grupos folclóricos recitan versos montubios para el Niño Dios.NESTOR MENDOZA

El Chigualo en Navidad mezcla nacimiento y amorfinos

Engabao resalta la época navideña con poesías montubias

La mañana llega despacio sobre Engabao, y en la casa comunal el aire huele a mar y a fiesta. Las mujeres llegan con faldas amplias, acompañadas de sus parejas, y los niños corren alrededor de una pequeña imagen del Niño Dios adornada con flores y luces. No es un nacimiento cualquiera: es un Chigualo, una ceremonia que mezcla canto y la memoria profunda del pueblo montubio.

Te puede interesar Cuero Son y Pambil: la marimba que rescata a la juventud y revive juegos ancestrales

La gente se va reuniendo sin prisa en el salón de la casa comunal. Las sillas lucen llenas, de espectadores que no quieren perder una tradición que se resiste a morir. Los más viejos repiten, como quien cuida un tesoro, que así celebraban sus abuelos, “cuando aún se cantaba a lo divino con voz de monte”. Y esa mañana, gracias al proyecto Arte en los Cantones de la Prefectura del Guayas, la escena vuelve a cobrar vida.

Productos de decoración y regalos se ofrecen en las ferias de Navidad, ubicadas en el norte y sur de Quito.

Dónde comprar adornos y nacimientos: ferias navideñas activan el norte y sur de Quito

Leer más

“El Chigualo es una tradición que camina entre lo eclesiástico y lo montubio”, dice el director de Arte y Cultura de esa comunidad, Gabriel Gallardo, casi como un recordatorio de que la fe en el Niño Jesús encontró ahí un modo propio de expresarse. No es la solemnidad urbana de las novenas; es una devoción que se canta con amorfinos, que se baila con zapateo y que se dramatiza con humor y picardía.

La obra presentada por Los Compadritos —un grupo de teatro dedicado a rescatar las costumbres del litoral— revive ese espíritu. Aparecen en escena los padrinos, las vecinas, el compadre bromista y los músicos que afinan guitarras y requintos. La imagen del Niño, perfectamente vestida, es colocada en el centro. Y alrededor, como si fuera un antiguo fogón, se enciende la palabra.

Una forma de conservar la memoria

En Engabao, el canto no es solo una forma de animar la fiesta: es una forma de conservar la memoria. “Hacemos folclor y tradición oral porque si nadie lo cuenta, se pierde”, explica Carlos Chiriboga, subdirector del grupo teatral. Él recuerda que el Chigualo llegó con los españoles, pero el montubio lo transformó: lo volvió suyo, lo llenó de gestos, de giros de voz, de poesía popular.

“El canto a lo divino es para el Niño Dios —dice—, pero luego viene el canto a lo humano, cuando el día avanza y las coplas se vuelven juego, conquista, contrapunto”. Así, la celebración tiene tres momentos: la parte religiosa, los versos dedicados al Niño y la fiesta terrenal, donde la comunidad se reconoce en risas y desafíos rítmicos.

En Manabí y Los Ríos, donde esta tradición aún resiste, estas celebraciones se escuchan con fuerza durante la fiesta de La Candelaria, en febrero. Pero cada año es más raro encontrarlas completas. Por eso los ancianos de la comuna insisten en que hoy “se volvió a sentir la Navidad como antes”.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!