Comunidad del norte de Loja enfrenta carencias mientras avanzan obras municipales

Una comunidad convive con la humedad, la inseguridad y una red de agua obsoleta, mientras el Municipio inicia obras

En lo alto del norte de la ciudad de Loja, la Ciudadela Electricista Alto se mantiene en pie gracias a la resiliencia de sus moradores, quienes han enfrentado durante años graves carencias en servicios básicos, infraestructura y seguridad. La comunidad, organizada y vigilante, alza la voz no solo para denunciar su realidad, sino también para solicitar una intervención más profunda y sostenida por parte de las autoridades.

Uno de los problemas más persistentes es la humedad que afecta a las viviendas, una consecuencia directa de las lagunas cerradas en las inmediaciones del barrio. La tesorera de la directiva barrial, Rosario Campo, explica que esta situación ha generado deterioro en las estructuras de muchas casas. “Las filtraciones son constantes. Las paredes se rajan, los pisos se levantan, y muchas familias deben invertir continuamente en reparaciones”, comentó.

Cuestionamientos en torno al sistema de agua potable

Otro reclamo constante de los vecinos ha sido el deteriorado sistema de agua potable, con tuberías de asbesto cemento que datan de hace más de 30 años. Por décadas, la falta de mantenimiento dejó al sector expuesto a continuos cortes del servicio. Frente a esta necesidad urgente, el Municipio de Loja ha iniciado el reemplazo de 1.500 metros de tubería por material PVC. Según Aníbal Macas, fiscalizador de la obra, esta intervención beneficia directamente a 120 familias y representa una inversión de 114 mil dólares.

Además de la renovación del sistema de agua potable, el Municipio ha realizado trabajos de bacheo en algunas calles, aunque los vecinos insisten en que se requiere una intervención vial más completa, que garantice la durabilidad del asfaltado y la accesibilidad durante todo el año.

Vía Nangora – Malacatos

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Los trabajos actuales se ejecutan de lunes a sábado y se articulan con la directiva barrial para reducir el impacto en la cotidianidad de los vecinos. “Intentamos dejar todo cubierto y compacto al terminar cada jornada”, indicó Walter Caraguay, obrero de la obra, destacando la cooperación comunitaria como un pilar fundamental del proceso.

Sin embargo, aún quedan desafíos importantes por resolver. El alcantarillado sanitario también presenta signos de desgaste tras más de tres décadas en funcionamiento, y la seguridad ciudadana sigue siendo una deuda pendiente. Aunque existe una Unidad de Policía Comunitaria en las cercanías, los patrullajes son escasos y los robos en viviendas han incrementado la percepción de inseguridad.

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