
Artistas mascareros del mundo se reunirán en Píllaro
El evento que se dará en ese cantón de Tungurahua, atraerá a 30 artistas de países como Chile, México y Puerto Rico
La provincia de Tungurahua se prepara para ser el epicentro del arte popular y la identidad cultural andina con la realización del Segundo Encuentro Internacional de Artistas Mascareros, previsto para la primera semana de enero de 2026, en el marco de las festividades previas a la tradicional Diablada Pillareña.
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La iniciativa es liderada por el colectivo cultural El Pacto, del cantón Píllaro, y cuenta con el respaldo del Gobierno Provincial de Tungurahua, así como el aval del Ministerio de Cultura y Patrimonio.
Este encuentro proyecta congregar a más de 30 artistas mascareros de países como Perú, México, Bolivia, Chile, Argentina, Guatemala, Paraguay, Puerto Rico y Ecuador.
El prefecto de Tungurahua, Manuel Caizabanda, expresó el compromiso de la provincia con la cultura viva. “Apoyar este tipo de iniciativas significa salvaguardar nuestra identidad. La Diablada Pillareña es un símbolo cultural que trasciende generaciones y desde la Prefectura trabajamos para que también trascienda fronteras”, manifestó.
Por su parte, Ítalo Espín, representante de El Pacto, destacó que este evento “no solo visibiliza el arte de la mascarería, sino que fortalece el sentido de pertenencia y continuidad de nuestras tradiciones”. También agradeció el acompañamiento institucional que permite consolidar a Tungurahua como un referente del arte popular en la región andina.
El reconocimiento de las caretas como símbolo de identidad cultural
Uno de los ejes fundamentales del encuentro es el reconocimiento de las caretas como símbolo de identidad cultural. Estas piezas artesanales no son solo elementos decorativos, sino manifestaciones de una memoria ancestral profundamente enraizada en la historia de Píllaro, recalcó Espín.
La parroquia Marcos Espinel, cuna de reconocidos mascareros, mantiene viva esta tradición mediante la elaboración manual de caretas en madera y papel, donde cada figura representa una fusión entre el arte, la resistencia indígena y la celebración popular.
En estos talleres, los artesanos dan forma a rostros que no solo animan la Diablada Pillareña, sino que también encarnan relatos colectivos, costumbres y símbolos que se han heredado de generación en generación.
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