El virus extemporáneo
Nadie tiene ganas de dar un paso atrás en el camino andado para superar al virus.
Todo Ecuador ha llorado los miles de muertos de coronavirus. Todo el país se ha encerrado en casa. Todos están preocupados por el estado en que encontrarán sus negocios cuando se retome el ritmo fluido de las actividades. La epidemia ha estado en todo el país, pese a que Guayaquil y sus cantones aledaños se llevaron el golpe inicial más fuerte.
Por eso es tan inoportuno y extemporáneo ese avance de los contagios y de las consecuencias fatales de la COVID-19 en Quito. El país, la capital incluida, ya tiene ganas —y también la sensación— de que ya hemos tenido bastante con el virus y de que ya se han hecho sacrificios en exceso.
Nadie tiene ganas de dar un paso atrás en el camino andado para superar al virus. Todos tienen ganas y necesidad de retomar las actividades. Pero la inercia no debe arrastrar a Quito. El retorno debe ser con garantías’.
No toca volver a tener miedo, no toca volver a encerrarse, no toca seguir acumulando pérdidas en las fuentes de empleo. Toca reempezar. Pero el ritmo del coronavirus es caprichoso, a la par que destructor.
Aunque sea inconveniente para la inercia nacional, esta no debería arrastrar o precipitar las decisiones que se tomen en beneficio de la ciudad. Toda reactivación debe darse con las medidas de protección oportunas, tanto para los que pueden y deben seguir laborando durante la epidemia del COVID-19, como para los que tienen que esperar. Es la lección que dejó Guayaquil.