Jorge Luis Jalil | Lo que el debate nos dejó

En este caso, el formato no fue perfecto, pero dio suficientes luces
El debate presidencial del 19 de enero dejó claro que, a pesar de las limitaciones del formato, en este debate sí se podía brillar. Según un análisis del Ciees, Daniel Noboa fue ganador por largo en la primera ronda con un contundente 46,02 %, destacándose por sus intervenciones claras y preparadas. Su estrategia era simple pero efectiva: no perder votos y consolidar su imagen como presidente. Luisa González también logró su objetivo de mantener a su base fiel, aunque, a mi parecer, sin tanto impacto como Noboa.
Por otro lado, Andrea González sorprendió en la segunda ronda, liderando con un 42,16 %. Su postura fresca y su capacidad para presentarse como una alternativa válida la posicionaron como una de las figuras más interesantes del debate. Con un discurso directo y sin rodeos, Andrea González demostró que hay espacio para nuevas voces en la política ecuatoriana.
Un dato interesante del estudio es que el tema que más resonó entre la audiencia fue el manejo de la seguridad, con un 47 % de importancia, seguido por el crecimiento económico (14 %) y la generación de empleo (12 %). Esto deja claro que los ecuatorianos lo que buscan es alguien que pueda ofrecerles estabilidad.
Aunque el formato del debate no es del gusto de todos, los moderadores hicieron un buen trabajo al mantener el orden con tantos participantes. Es cierto que la dinámica con 16 candidatos puede ser un reto, pero quejarse del formato, como hicieron algunos, solo los hizo lucir poco preparados. Si Noboa y A. González lograron destacar es prueba de que adaptarse a las condiciones también es parte del liderazgo.
Los debates son esenciales en cualquier democracia. No solo permiten que los candidatos expongan sus propuestas, sino que también dan a los votantes una idea de quién está realmente listo para asumir el cargo. En este caso, el formato no fue perfecto, pero dio suficientes luces para que los ecuatorianos evalúen a los candidatos. Ahora queda esperar si las palabras de los favoritos se traducen en que más personas se inclinen a votar por ellos.