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Florencio Compte Guerrero | 100 años de la Revolución Juliana

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Sentó las bases del Ecuador moderno mediante reformas de fortalecimiento y reorganización técnica del Estado

El 9 de julio se conmemoró el centenario de la Revolución Juliana. Como en todo hecho histórico, visto desde el presente, las lecturas sobre sus causas pueden divergir, sin embargo, los efectos que tuvo para el país fueron significativos ya que sentó las bases del Ecuador moderno mediante reformas de fortalecimiento y reorganización técnica del Estado, de carácter fiscal y de tipo social.

Hace 100 años, un grupo de militares, apoyados por la clase media, derrocó al gobierno del liberal Gonzalo Córdova, quien fue apresado y luego desterrado a Valparaíso. El historiador Juan Paz y Miño identifica las causas de la irrupción de este movimiento político, considerado continuador del ideario liberal radical: la crisis del cacao que arrastró al conjunto de la economía del país; la sujeción del gobierno a los intereses de la banca privada; el abandono del ideario social, económico y político del liberalismo, además del agotamiento del bipartidismo conservador-liberal; las organizaciones de trabajadores para conseguir mejores condiciones laborales, lo que se expresó trágicamente el 15 de noviembre de 1922; y la situación internacional.

Durante el período juliano se creó el Banco Central, la Superintendencia de Bancos, la Contraloría General del Estado, la Procuraduría General de la Nación, la Caja de Pensiones y Jubilaciones, la Dirección General de Aduanas, la Dirección General de Obras Públicas, la Dirección General de Presupuesto, el Instituto Geográfico Militar, entre otras. Se llamó a una nueva asamblea constituyente en 1928, se centralizó la economía y se dieron amplios beneficios a los sectores medios, además de que se intentó un proceso de industrialización nacional, que fracasó por la posterior crisis que golpeó fuertemente a la economía y al gobierno de Isidro Ayora, dirigente juliano, que cayó en agosto de 1931. Luego de esto se inició un período de prolongada inestabilidad política, que se reflejó en la sucesión, entre 1931 y 1948, de más de veinte presidentes constitucionales, encargados del poder, juntas provisionales y jefes supremos de efímera duración.