Columnas

Estamos atrapados

Los gadgets tecnológicos nos convierten en ciborgs y es allá hacia donde nos dirigimos inexorablemente.

Somos dominados: en la ilusión de libertad o del ejercicio de la libre expresión, nos encontramos por nuestra propia voluntad, sujetos por los artefactos electrónicos y sus respectivas redes sociales.

Con esto complejizamos el problema y lo llevamos más allá de pensarlo como una simple adicción a la tecnología. Desde el aforismo de “depende del uso que se le dé”, a compartir cien libros pdf a la semana y no leer ninguno, algo nos podemos interrogar al respecto.

Por ejemplo, en el caso de los libros: en el internet circulan un número grande de libros fotocopiados, hablo de miles, y aparte de que pudiera significar complicidad de plagio compartirlos, la inconmensurabilidad de contenido se presenta como una meta imposible para leer, lo cual nos lleva al bucle de seguir compartiéndolos como si fueran memes, sin consumir ninguno. ¿En qué rato leemos? En el momento que vayamos a leerlos, dejaríamos de compartirlos y dejar de compartir contenidos es, hoy en día, angustiante.

Los contenidos son eso: algo infinito. ¿Cuántos contenidos pueden generarse diariamente? Y la mentalidad de los que estamos inmersos en redes sociales es “los queremos consumir todos”.

¿Pero qué contenidos son los que se consumen? Primero, no deben ser textos ilegibles y que pasen de dos minutos de lectura, como el presente. Deben tener referencias culturales o de la coyuntura sazonados con humor. Es la evolución del ser humano lector producido con Gutenberg, al humano inmerso que quiere producir Mark Zuckerberg.

Lo que olvida Zuckerberg con su ambicioso proyecto Meta, es que nosotros no necesitamos sustituir la realidad que tenemos por otra, porque la que vivimos ya es una Matrix (como la película) y el despertar de ella implica otra cosa.

El uso de la tecnología y las redes sociales es para paliar la realidad, para complementarla, para aguantarla y sin embargo, para seguir en ella.

Los gadgets tecnológicos nos convierten en ciborgs y es allá hacia donde nos dirigimos inexorablemente. Porque hoy en día no nos podemos pensar sin el uso de ninguna herramienta tecnológica, menos los que nacieron desde el 2006.

Así que dejemos de hablar de adicción al celular y empecemos a asumirnos como los nuevos seres que somos, para transformar la realidad o pensar en cómo está transformada ya.