Premium

Carlos Reyes Salvador: Más de lo mismo

Avatar del Carlos Alberto Reyes Salvador

La experiencia pasada sugiere que los recursos obtenidos a través de contribuciones excepcionales no siempre han sido utilizados de manera eficaz

Nuevamente brillan por su insensatez y acuden a sus argucias para meterle la mano al bolsillo de todos los ecuatorianos. Ya lo hicieron con el Gobierno de Lasso, cuando con cara de tontos permitieron que el pueblo pague las cuentas del Estado obeso y despilfarrador que el gobierno de turno no supo adelgazar. Ahora, con un lavado de manos espectacular, como quien nadie quiere la cosa, nos suben el IVA, suben el ISD, suben el IR de forma retroactiva a las empresas y le cobran a los bancos hasta el 25 % de la utilidad generada en 2022, que ya pagó su impuesto a la renta.

El incremento del IVA ha superado las barreras legislativas, a pesar de la resistencia inicial en la Asamblea Nacional, pues la falta de consenso entre los legisladores condujo a que la propuesta, impulsada por el presidente Daniel Noboa, avance a través del Ministerio de la Ley, marcando un hito en la política fiscal del país. Este aumento del IVA, que ascenderá al 13 % y podría llegar hasta el 15 % a potestad del presidente, se acompaña de otras medidas tributarias denominadas ‘contribuciones’, dirigidas a la banca y a las empresas, en un esfuerzo por financiar la crisis de inseguridad y el déficit fiscal.

Este conjunto de medidas, incluidas en la Ley para Enfrentar el Conflicto Armado Interno, la Crisis Social y Económica, traerá consigo un impacto negativo en el crecimiento económico y el acceso al crédito. Las nuevas cargas fiscales a la banca, la cuasiconfiscación de las utilidades bancarias, debilitarán el patrimonio técnico de las instituciones financieras, limitando su capacidad para ofrecer crédito, lo que a su vez podría ralentizar aún más la economía y aumentar el costo del dinero para todos los sectores. La ‘contribución’ a las empresas, tan solo merma su capacidad de generar empleo, de realizar nuevas inversiones y de dinamizar la economía. La imagen internacional del país y la seguridad jurídica se deterioran, lo cual podría disuadir la inversión extranjera y dañar la economía a largo plazo.

Nuevamente caemos en el fiscalismo, en el facilismo de subir impuestos, en lugar de proponer estrategias alternativas para mejorar la situación fiscal, como la reducción del gasto público innecesario, la focalización o eliminación de subsidios, y el fomento de la inversión y el ahorro privado. Estas propuestas buscan no solo solucionar la liquidez del Estado, sino también promover un crecimiento económico sostenible, reducir la burocracia y mejorar la eficiencia del gasto público.

No existe claridad sobre la efectividad de estos impuestos para alcanzar sus objetivos declarados, combatir el terrorismo y mejorar la seguridad. Siempre quedará la duda frente a la posibilidad de que los fondos recaudados se desvíen o se administren ineficientemente. La experiencia pasada sugiere que los recursos obtenidos a través de contribuciones excepcionales no siempre han sido utilizados de manera transparente o eficaz.

Este escenario plantea un reto significativo para Ecuador: cómo equilibrar la necesidad de ingresos fiscales para enfrentar desafíos urgentes, sin comprometer el crecimiento económico ni la estabilidad financiera.

La decisión de avanzar con el incremento del IVA y las contribuciones adicionales refleja una elección política que tendrá repercusiones duraderas para el país.