Cartas de lectores | El arte de empezar de nuevo: la importancia de cerrar ciclos
Al deshacerse de lo que no suma, se recibe nueva energía, se avanza a metas más altas
Nuestro día a día es un constante ir y venir de experiencias, encuentros y despedidas. Cada etapa deja huella en la memoria y a menudo se materializa en objetos que atesoramos (fotos, cartas, regalos, ropa, accesorios, etc.) Cada uno es testimonio de momentos vividos, recuerdos que nos sostienen o nos impiden avanzar. Cerramos ciclos no para olvidar, sino para honrar nuestro pasado y liberar espacio físico y emocional para lo nuevo. El arte de empezar de nuevo consiste en reconocer que aunque los recuerdos son valiosos, aferrarse a ellos puede obstaculizar el crecimiento. Al mirar una vieja fotografía recordamos a quienes siguen con nosotros y a los que ya no están. Conservar todo sin escoger lo que realmente nos hace feliz puede crear un ambiente caótico que afecta la salud emocional. Es esencial aprender a cerrar ciclos, dejar ir lo que ya cumplió su propósito y conservar lo que en verdad alimenta nuestro bienestar. Cerrar un ciclo no es borrar recuerdos, sino un acto de amor propio y madurez, reorganizando nuestro entorno damos paso a nuevas experiencias. El proceso de cerrar ciclos implica introspección: identificar qué objetos o recuerdos generan alegría y cuáles traen melancolía, dolor o estancamiento. Al hacerlo, se abre un espacio en el hogar y la mente, permitiendo que la energía fluya renovadamente. No se trata de descartar lo importante, sino de reorganizar prioridades y dar a cada recuerdo su lugar en la vida actual. El orden físico aplicado en lo sentimental se convierte en aliado para alcanzar calma. Si las fotografías o cartas se organizan de forma que celebren lo que fue, sin invadir el presente, se crea un ambiente armónico que invita al crecimiento. Cerrar ciclos también es un acto de cuidarse a uno mismo. Al deshacerse de lo que no suma, se recibe nueva energía, se avanza a metas más altas. Es un proceso gradual que requiere paciencia; no siempre es fácil desprenderse de lo que ha sido parte de nuestra identidad. Al hacerlo, cada pequeño acto de orden y desapego contribuye a una vida más ecuánime. Se recomienda empezar paulatinamente. Reorganizar es una tarea doméstica y un ejercicio de autoayuda. El arte de empezar de nuevo radica en cerrar ciclos con gratitud y dejar espacio para lo que el futuro depare. Al valorar y reorganizar recuerdos, aprendemos a vivir en el presente sin perder la esencia del pasado. Así, cada objeto e historia encuentran su lugar y nuestro hogar se transforma en un reflejo de nuestro ser, lleno de armonía y listo para lo que viene.
Teresita Sandoval