Cartas de lectores: Nuestra diplomacia y la deportación de ecuatorianos
Tarea compleja para el ministro de RR.EE. y Movilidad Humana
La ascensión al poder de Donald Trump en presencia del presidente Noboa generó expectativas de un trato especial hacia los ecuatorianos, lo cual no se cumplió. Las deportaciones desde EE. UU. se han intensificado. El 25 de agosto fui testigo de cómo una treintena de jóvenes, escoltados por policías, ingresaban deportados al país. El Ministerio de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana enfrenta dificultades para controlar fronteras y aplicar reciprocidad con países vecinos como Perú, Colombia y Costa Rica.
Esto ha complicado el tránsito de indocumentados de Venezuela, Bolivia, Brasil, Chile y China. Es necesaria la coordinación con Acnur, presente en 130 países, que otorga fondos para dormitorios, comedores y centros de salud. El art. 41 de la Constitución garantiza el derecho al asilo, salvo en casos de irregularidad; el art. 43 protege a mujeres embarazadas y en lactancia. El Derecho Internacional, en su art. 53 de la Convención de Viena (1969), obliga a los Estados a respetar normas fundamentales. Además, el art. 417 de nuestra Constitución regula los tratados internacionales sobre derechos humanos.
En medio de crisis de salud, desempleo, violencia, hambre e ignorancia, ahora enfrentamos la humillación de no poder trabajar dignamente en países aliados. La administración de EE.UU. deporta incluso a quienes trabajan honradamente. El Derecho Humanitario varía según el país y nuestros diplomáticos deben abogar por los ecuatorianos en el extranjero. Tarea compleja para el ministro de RR.EE. y Movilidad Humana.
José Arrobo Reyes