Cartas de lectores | La depresión en la sociedad ecuatoriana

Estos defectos enumerados dan como resultado una avalancha de ambiciones, aspiraciones y meros propósitos de la ciudadanía

El estrés o la depresión no solo es algo personal sino también social. Según expertos, la depresión social ecuatoriana es la razón de tanto desorden público. Proviene de la escasez de oportunidades, negligencia de la burocracia, amplias libertades para el crimen organizado y sus ramas, lenta toma de decisiones en los gobiernos seccionales y nacional, impavidez de la reacción religiosa, justicia aletargada y corrupta y llena de mala fe, y manipulación en el juego de los ‘amigables’ componedores de los centros del poder político. Estos defectos enumerados dan como resultado una avalancha de ambiciones, aspiraciones y meros propósitos de la ciudadanía, inconclusos en su mayor parte porque ninguna persona puede controlar lo que no está a su mano. Por eso se alega que siempre tienen que haber buenas intenciones; es más, las buenas y correctas intenciones son la característica de la gobernabilidad, centrada en el buen gobierno. ¿Qué podemos obtener si tras un conjunto de leyes se lanzan  muchas demandas de inconstitucionalidad, que inciden en que el máximo órgano  de justicia quede absorto y no sepa qué hacer, excepto dar prioridad a la norma adjetiva y dejar relegado el principio o concepto sustantivo? Otra cosa sería, por ejemplo, que el Gobierno y la CC armonicen los mecanismos democráticos e interpongan el método de la norma sustantiva o principio derivado del Derecho Natural sobre la norma de procedimiento. Sencillamente no ocurre así porque el juego del poder indica otra vía y ello está enfocado en que la Constitución de 2008 es un guion o manual de ruta para determinados objetivos, que ahora se ve son dos: papel hegemónico del crimen organizado y lentitud absorbente de la burocracia. Visto ello, ¿cómo gobernar? La pregunta pretende demostrar que la Constitución de 2008 es la última arma legal del correísmo para detentar algo de poder político, mientras el mayor cuestionador ve en esta Constitución un obstáculo permanente. El otro factor que conspira es que los abogados que demandan las inconstitucionalidades representan a una minoría de intereses creados; hacen lo indecible para que juegue la CC según el ritmo que imponen. La lógica más elemental dice que no debe ser así, pues entonces un simple número de minoría pasaría a ser legal con aplicación para toda la ciudadanía.

Francisco Bayancela González