
Yu Macías: La historia de la maquilladora portovejense que llegó a Miss Universo
A sus 28 años, viajó a Tailandia a ser parte del equipo oficial del certamen de belleza más importante del mundo.
Cuando era niña, veía los concursos en televisión y soñaba con estar ahí algún día. Este año, Yudith Macías (más conocida como Yu), cumplió uno de los mayores anhelos de su carrera: viajar desde su ciudad, Portoviejo, hasta el continente asiático para maquillar a unas de las mujeres más bellas del mundo. Entre camerinos llenos de caos, tacones, adrenalina y un toque de drama, la artista manabita de 28 años cuenta cómo el talento y la tenacidad pueden abrir puertas que parecían imposibles.
Donde empezó la chispa
Yu descubrió su vocación por el maquillaje en la adolescencia y aunque su familia no estaba de acuerdo con este hobby, a los 16 años consiguió su primer trabajo en esta área. Años después, junto a su esposo, se despertaban a las tres de la mañana para vender bollos a los pescadores, hacían carbón durante noches enteras y vendían pollos criollos para generar ingresos. “No veo esas experiencias como fracasos, porque esos intentos de querer salir adelante hicieron que ahora mi trabajo funcione”, asegura con convicción.
Pero… ¿cuándo decidió tomarse en serio el mundo del maquillaje? El punto de quiebre surgió con la llegada de su hija Summer. “Tenía 21 años cuando nació y me pregunté qué le iba a ofrecer”. Fue así cómo comenzó el desafío de viajar durante meses desde Portoviejo a Guayaquil para estudiar maquillaje profesional y buscar una mejor oportunidad económica para su familia.
“Salía a las cuatro de la mañana en bus y a veces solo tenía para el desayuno, pero no para el resto de comidas”, admite. Hoy, abraza esas vivencias con resiliencia y reconoce que cada desafío la llevó a convertirse en una de las maquilladoras con mayor proyección del país al tener su propia escuela de maquillaje y ser una creadora de contenido con más de 40 mil seguidores en redes sociales.
Su pasión por los reinados
Para Yu, el mundo de los reinados siempre tuvo un brillo especial. “Desde chiquita veía concursos y jugaba a ser jurado”, cuenta con nostalgia. Aunque al inicio no confiaban en ella por falta de experiencia, todo cambió cuando una candidata la eligió como su maquilladora al participar en Reina de Portoviejo. “Le dije que no me pagara, solo que comprara los materiales”, recuerda. Desde entonces, se convirtió en parte de los reinados de su provincia, y comenzó a ser vista como una artista capaz de realzar la belleza con pasión y profesionalismo.
Así llegó a Tailandia
Su historia con Miss Universo comenzó años atrás, cuando se presentó por primera vez al casting pero aún no había maquillado a reinas locales y solo tenía ganas de aprender. “Pasé las pruebas de maquillaje y peinado, pero en la entrevista final no lo logré”, recuerda. Con el tiempo, Yu dejó ese sueño en pausa para concentrarse en su escuela y en su vida familiar, hasta que este año recibió una noticia inesperada: “Me dijeron que si aún quería perseguir mi sueño, este era el año perfecto y podía volver a postular porque no se necesitaba visa para ir a Tailandia”, cuenta.
Tras conversar con su esposo y poner en pausa el tratamiento para tener un segundo hijo, decidió intentarlo una vez más y el 28 de julio recibió la confirmación: sería maquilladora oficial del Miss Universo. Sin duda, una fecha que marcó, para siempre, el inicio de uno de los capítulos más emocionantes de su carrera.
¿Cómo vivió las semanas de concentración en el certamen?
Fue una experiencia intensa, cada día era distinto y una nunca sabía a quién iba a arreglar. Maquillé y peiné a más de 20 candidatas (entre ellas Costa Rica, Argentina, Colombia, Jamaica y Perú). Recuerdo bien el primer día, cuando se sentó en mi silla la candidata de México ( Fátima Bosch), la actual Miss Universo. Me sorprendió su dulzura y su manera tan cercana de conversar con nosotros. Yo la peiné y nos dijo: háganme lo que ustedes quieran. Tiene un ángel muy especial.
También maquilló a Nadia Mejia…
Sí, ella es muy hermosa. Yo sabía que existía la regla de oro de no maquillar a la candidata de tu propio país para evitar cualquier señal de favoritismo. Pero antes de que alguien me llamara la atención, fui donde mis líderes y les dije que yo era ecuatoriana. Ellos me miraron y respondieron: “Tienes bandera verde, hazlo”. Ese momento fue muy emocionante para mí.
¿Con qué otros famosos tuvo la oportunidad de trabajar?
Fui escogida para hacer retoques en la alfombra roja y en el área de entrevistas de Telemundo. Me marcó trabajar con Sharon Fonseca, me impresionó su humildad a pesar de tener una fama tan grande. También conocí a Natali Glebova (Miss Universo 2005) y Amanda Dudamel (Miss Venezuela 2021).
¿Cómo fue la noche de la gala final?
Una locura total. Aunque aquí era “de noche”, en Tailandia realmente fue en la mañana. No dormimos nada, porque a la una de la mañana ya teníamos que estar levantados para empezar a producir a los jurados y a los famosos. Ese día, quienes maquillaron a las candidatas fueron los asiáticos. Nuestro equipo se encargó de los retoques finales en camerino, y nos aseguramos de que todas estén perfectas en cada salida.
¿Cómo se vivió la discusión entre Miss México y Nawat?
Como latina y como mujer, me sentí muy bien representada por ella. No cualquiera se atreve a alzar la voz en un entorno en el que muchas veces se prefiere agradar para no incomodar a los superiores, incluso si eso implica dejar a un lado tu personalidad o tu forma de pensar. Fátima Bosch, como Miss México, actuó con valentía en un ambiente en el que no siempre es fácil hacerlo, y creo que eso fue lo que la hizo destacar entre tantas mujeres increíbles.
Y cuando ella ganó, ¿qué pasó?
Lo que nadie sabe es lo que pasa en la entrevista previa y eso marca gran parte de la calificación. Por eso, no es tan importante tener el mejor cuerpo o solo ser linda, pesa muchísimo tu forma de pensar y de ser. Me imagino que la actual Miss Universo se mostró y habló de la forma que realmente es. Sin embargo, debo admitir que una de las cosas que no me gustó fue que no haya entrado Nadia al top 30. Estoy segura de que ella lo hizo muy bien.
¿Cómo fueron los meses previos de preparación?
Al inicio, lo que más me inquietaba era el idioma, porque no domino mucho el inglés. Aprendí algunas frases, pues para mí era fundamental tener la oportunidad de preguntar a las candidatas cómo querían verse. En cuanto a lo técnico, aprendí a hacer las ondas tailandesas (que llevan mucho volumen) y el maquillaje asiático (con un delineado marcado y ojos grandes), que es completamente diferente al que usamos en Latinoamérica.
¿Es cierto que no les pagan por maquillar?
Sí, es cierto. En mi caso, yo sabía que no habría un pago económico, y aun así decidí ir. Yo inculco que no debemos regalar nuestro trabajo, pero en este caso accedí porque ese era mi gran sueño desde que tenía 10 años. Siempre quise estar detrás de cámaras, vivir lo que nadie ve y entender cómo se mueve realmente un certamen por dentro. Lo que uno aprende allá, la experiencia, la exigencia, el nivel de trabajo y el conocimiento que adquieres, eso es invaluable.
Si su hija quisiera ir al Miss Universo, ¿le diría que sí?
Yo no quisiera, porque es muy triste ver a 160 mujeres soñadoras que van por el mismo objetivo pero solo hay una corona. Quisiera ahorrarle ese dolor para mi hija y para mí. Pero si ella decide hacerlo, la apoyaré.
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