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Viviana Murillo y Guadalupe Bassani, dueñas de Coralia.
Aunque se conocen desde chicas, su amistad se ha afianzado con su relación como socias.Miguel Canales // EXPRESO

Viviana Murillo y Guadalupe Bassanini: “Con o sin pandemia, las mujeres quieren brillar”

Junto con el trabajo de orfebres, estas amigas se lucen en el rubro de las joyas bajo el nombre de Coralia.

Se conocieron en las aulas de clase y el destino pronto las puso en el mismo equipo de trabajo, una excusa perfecta para que se convirtieran en amigas.

Las experiencias vividas son parte de una relación que las marcó a las dos y que tenía, todavía, unos capítulos más luego de que se graduaron del colegio.

Viviana, en la carrera de Hotelería y Turismo, y Guadalupe en Ingeniería Comercial, empezaron a trabajar en conjunto a temprana edad. Vender ropa y una cafetería fueron algunos de sus emprendimientos.

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En ese camino, dicen que la palabra derrota no está en su vocabulario. Tras pruebas y errores, ganaron experiencia y, con ese bagaje, decidieron formar Coralia, una marca de joyas que, al día de hoy, se impone fuerte.

Ya son cuatro años desde que están detrás de este proyecto, lo que hace preguntarse si es posible ser amigas y trabajar juntas.

En diálogo con EXPRESIONES ellas contaron cómo han logrado formar ese equipo en el que el poder femenino lleva la batuta.

LA AMISTAD SOBRE EL NEGOCIO

Antes de voltear su mirada a las joyas, la vida las fue preparando a cada una por separado. Guadalupe cuenta que, aunque con su base es la ingeniería comercial, desde muy joven sintió afición por la moda. Tras graduarse de la universidad, armó maletas rumbo a Argentina para estudiar un curso intensivo de diseño.

Mientras tanto, Viviana hacía trayectoria en Hotelería y Turismo, incluso desde la docencia. Tiempo después, la profesión la llevó a vivir en Quito, donde se asentó con su familia por cinco años. “Mi carrera me sirvió mucho por el tema del servicio al cliente. Creo que cuando te diferencias en esa área, puedes tener cualquier negocio”.

En uno de los viajes de visita que hizo Guadalupe a la capital, aprovechó su estadía para tomar un curso de alambrismo. “Empecé a tejer desde medallas religiosas hasta pulseras y se las enviaba a Quito a Viviana. Ella es buenísima en las ventas”.

En cada paso que daban juntas, la moda y el diseño no podían faltar en sus temas de conversación. De esa manera se dieron cuenta de que con las destrezas que traían cada una iban a formar un equipo sólido.

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Una vez que Viviana regresó a Guayaquil, decidieron asociarse y entrar en el mundo de la joyería. Fue el principio de Coralia.

“El emprendimiento ayudó a que nos conociéramos mejor. Ya sabíamos las habilidades de cada una y la experiencia la teníamos. Mientras Guada se encarga de la parte artística y del diseño, yo me ocupo de la administración y las ventas”, explica Viviana.

Eso ayudó a afianzar más la amistad. “Por lo general nos llevamos súper bien y sabemos cómo manejar nuestras diferencias para que el trabajo no dañe la amistad. Viviana, de hecho, es madrina de dos hijos míos. Siempre digo que la amistad está por encima de cualquier negocio”, concluye Guadalupe.

  • JOYAS A UN CLIC

Sin local propio, dejan a consignación o venden sus productos en locales de diseñadores, como Mónica Campaña; pero la mayor parte de las ventas proviene de las redes sociales y la página web.

Eso ayudó a que la marca logre posicionarse. De modo que sus diseños han sido lucidos no solo por mujeres que buscan destacar, también se han visto en portadas de revistas y han sido parte de looks de reinas de belleza.

Lo online les ha permitido hacer envíos a nivel nacional y a países del exterior, como Estados Unidos y Puerto Rico.

Pero, más allá de la venta, guardan también lindos recuerdos de la gente que han conocido en el camino. Entre ellos está el de una mujer que le ganó la batalla al cáncer. “Le dimos la asesoría cuando todavía tenía el pelo corto a causa de las quimioterapias, pero fue recién, hace unas semanas, que la conocimos personalmente. ‘¿Me recuerda?’ , me dijo. ‘Ahora sí les vengo a comprar las joyas’. Me emocionó verla con su pelo largo”, rememora Viviana.

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Detrás de cada diseño está la esencia artística de Guadalupe. “Yo los boceteo. Para la elaboración tenemos proveedores, tanto nacionales como del exterior. Normalmente trabajo en las noches, luego de que mis tres hijos se han dormido. Yo soy la noctámbula”, bromea. “Viviana, en cambio, trabaja en el día atendiendo las ventas”.

Perlas, cuarzos rosa, ópalos, esmeraldas en bruto, conchas de nácar y lapislázuli son algunas de las piedras con las cuales estas amigas y alrededor de siete orfebres ecuatorianos trabajan los collares, aretes y brazaletes para esa mujer fuerte, empoderada y segura de sí misma a la que hace alusión Coralia. Y concluyen: “Con o sin pandemia, las mujeres quieren brillar”.