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La última temporada se enfoca en la relación de Diana y Carlos.Netflix

The Crown: razones por las que no puedes dejar de verla

Quizá, la idea de una serie sobre las vicisitudes de la familia real nos resulte desabrida, aburrida, insultante. No, no… y no. ¡Tienes que verla! Un lujo de principio a fin

A veces me pongo en los pies de Lilibeth… lo intento. Son zapatos que a cualquiera le quedarían muy grandes. Una frágil joven que no pidió para sí los lujos, la aristocracia, mucho menos la corona. Que llegó al trono por un girón del destino, como una de esas tantas realidades en donde la nuestra se ha bifurcado para ser la que ahora vivimos. Me pregunto, quizá inútilmente: ¿Qué pensó en aquel momento en que su tío, Eduardo VIII, abdicó para ponerla, sin permiso ni aviso, como segunda en la línea de herederos de la corona? Era tan solo una niña. Una niña que hasta el sol de hoy aún llamamos “su majestad”.

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Quizá, al igual que muchos, la idea de una serie sobre las vicisitudes de la familia real nos resulte desabrida, aburrida, insultante. No, no… y no. La TV, como medio de comunicación, tiene un propósito fundamental: contar historias. El resultado de contarlas varía. Informar, educar, conmover, divertir. Entiendo que The Crown no es una serie para todos, a muchos les parecerá aburrida, a otros quizá intrascendente. 

Para este servidor, The Crown está compartiendo el podio en el Olimpo de las mejores series que vio jamás. Allí junto a Breaking Bad, Fargo o Better Call Saul. Porque no solo me informa, educa, conmueve o divierte… sino porque logra lo que, a mi escaso entender, toda serie debe lograr: empatizar. Y no con cualquier persona. Empatizar con la mismísima reina Isabel II. 

Sobra decir de qué va The Crown. En resumidas cuentas nos presenta los hechos ocurridos en la vida de la reina Isabel II, desde su coronación en adelante. Buckingham ha pedido en reiteradas ocasiones que la serie especifique que se trata de una “ficción”. Si lo es o no, quizá no lo sabremos nunca. 

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La realidad es que The Crown nos invita al palacio real y nos convierte en espectadores silentes de toda la interna de la familia real incluyendo alegrías (que no son muchas), problemas, y tristeza… mucha tristeza. Entonces, en The Crown todos los huéspedes del palacio son personajes interesantes, complejos y en desarrollo. Se nos ha presentado su evolución a cuestas de los reveses que el destino les ha llevado a vivir. Se nos ha invitado a tomar partido por uno u otro bando. Se nos ha colocado el hábito de jueces, de espías, de súbditos y de aristócratas. En fin, en The Crown todos estamos invitados a zambullirnos en las mieles de la realeza. 

Actualmente The Crown acaba de terminar la emisión de su cuarta temporada. Se nos ha prometido una más, quizá la última. Las dos primeras nos presentan a una reina joven e inexperta, pero que aprende rápidamente a domar las tempestades que vienen con la corona. Claire Foy interpreta a Isabel con aplomo y gracia logrando lo impensable: querer a la reina y estar de su lado. Su gesticulación tardía y su profunda mirada me hacen hincarme ante ella sin dudarlo. Para la temporada 3 y 4, Olivia Colman es quien da vida a una reina madura y experta en lides diplomáticas. Su interpretación es cadenciosa e inolvidable. Ambas, Foy y Colman, son una acertada elección concatenada que se siente real y fluida. 

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Así, todos los personajes en The Crown también han mutado y se nos presentan sus versiones jóvenes y adultas. Digo con convicción que en la gran mayoría de los casos el casting es digno de aplausos. Para mi, la única versión joven que aún extraño es la de Margarita, interpretada por Vanessa Kirby. No porque Helena Bonham Carter (quien interpreta a Margarita en madurez) lo haga mal. Es mi gusto personal al no encontrar aquí un empalme perfecto como el conseguido en las transiciones de los otros personajes. 

The Crown matiza de manera inteligente los episodios de sus temporadas entre los vaivenes sentimentales de la realeza y sucesos históricos acaecidos en el Reino Unido. Así, frente a su majestad desfilan los primeros ministros de Inglaterra, desde Winston Churchill hasta Margaret Thatcher, trayendo impases políticos, guerras, desastres naturales y conflictos sociales. Todos cuidados hasta el mínimo detalle, respetando la sensibilidad de cada suceso y dejándonos saber el color de las reacciones de la familia real. No exagero al decir que The Crown es, además, un documento histórico muy entretenido de estudiar.

En fin, pudiera decir tanto y tan bueno sobre The Crown que, por ahora, prefiero simplemente recomendarla poderosamente. Es un lujo de principio a fin, un homenaje a la calidad, una demostración grandilocuente de que tú y yo estamos viviendo en el mejor momento de la historia para ver televisión. Sí, así de buena es.