
Salvador del Solar: "Pasados los 50, el amor se vive con gratitud y plenitud"
A sus 55 años, el actor peruano está enamorado. Su novia es Ana María Orozco. Fue parte de Cien años de soledad
El 1 de mayo cumplió 55 años. Salvador del Solar es uno de los actores más reconocidos de Perú. Director y abogado de profesión, incursionó en la política y fue ministro de Cultura durante la gestión de Pedro Pablo Kuczynski.
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En Ecuador se lo ha visto en las telenovelas Escándalo, Cosas del amor, Pobre diabla, Correo de inocentes, El Capo 2 y La ley del corazón, además de la película Pantaleón y las visitadoras y las series Narco, El regreso de Lucas y, la más reciente, Cien años de soledad, en la que interpretó al general Moncada. Esta producción acaba de obtener el Premio Platino a la mejor serie en España.
A ese país acudió acompañado de su pareja, la actriz colombiana Ana María Orozco, de Yo soy Betty, la fea. Es muy cordial, conversón y extrovertido. Tiene dos hijas: Antonia y Manuela, fruto de su relación con Ximena Bellido.
El romance entre Salvador del Solar y Ana María Orozco surgió en el set de grabación de la serie El regreso de Lucas, una coproducción de Telefé y América TV. Ambos compartieron escenas en la ficción y, aunque en ese momento solo se dio una amistad, el tiempo y Cupido hicieron su parte.
En 2024 se dio a conocer el romance que mantiene con Ana María Orozco, pero ya ustedes estaban juntos hace un buen rato.
Nunca lo hemos mantenido oculto. Ambos somos personas discretas, no somos excesivamente mediáticos. Generalmente aparecemos en los medios por nuestros respectivos trabajos. No fue una revelación, sino algo natural. Por el cumpleaños de ella (en julio) subimos una foto. No somos muy activos en redes sociales.
Un amor a los 50...
Cuando se llega a los cincuenta, ¿cómo se vive el amor?
(Risas) Con mucha plenitud y gratitud. Tanto en mi caso como en el de Ana, cuando los hijos ya no son pequeños, hay una nueva libertad. Es un florecimiento.
¿Todavía existen las mariposas en el estómago?
Por supuesto. Las ilusiones nunca se pierden. Quizá de una manera más especial. Ese reconocimiento de una experiencia tan bonita e intensa se valora con mayor profundidad.
¿Qué cree que la enamoró de usted?
Esa es una pregunta para ella (risas). Yo creo que haber visto quiénes somos de verdad, no lo que aparentamos ser. Ese encuentro no es tan común en la vida cotidiana, en la vida cotidiana todo se mecaniza, nos movemos por inercia. Muy de vez en cuando nos detenemos y sentimos que no solo vemos a la persona, sino que también la estamos conociendo.
¿Y a usted qué lo enamoró de ella?
Ella misma. Ana es una persona tímida, no es alguien que busca la atención. Cuando tienes la fortuna de conocerla, en confianza, en un ambiente que le permita mostrarse, te das cuenta de que no solo es una estupenda actriz, es una persona con una sensibilidad muy particular, de una gran sabiduría. Es un placer conversar y compartir con ella. Hemos tenido la suerte de coincidir, de encontrarnos de una manera no superficial.
Aparte de lidiar con su fama, tiene que hacerlo con la de Ana María. Aquello no es cualquier cosa…
(Risas). Afortunadamente, los dos tenemos décadas en este oficio. Se lo toma con naturalidad. La fama de Ana tiene un alcance global. El personaje que la hizo famosa entró de una manera muy especial en el corazón de la gente. Lo que ella recibe es un amor y cariño de altísima intensidad. Aquello se agradece.
En la vida de Ana María, ¿usted es su don Armando (personaje que interpreta Jorge Enrique Abello en Yo soy Betty, la fea)?
(Risas) La gente juega con eso, lo dice porque es gracioso buscar paralelos con la historia. Pero Ana no es Betty, ni yo Don Armando.
Son pareja y además trabajan juntos en algunos proyectos.
Compartimos en el teatro en El árbol más hermoso del mundo, escrita y dirigida por Francisco Lumerman, un muy buen amigo nuestro. Durante aproximadamente tres años estuvimos conversando una idea. Él comenzó a orientarnos y a escribir escenas tentativas, luego trabajamos sobre esas escenas, se las enriqueció, se hizo un primer borrador y escribió la obra. Ensayamos en febrero y estrenamos el montaje en marzo. Lo llevamos a Buenos Aires, luego a Arequipa y Lima. Este mes estamos otra vez en Buenos Aires en el Teatro Astros y en junio lo presentaremos en Bogotá. Seguimos de gira.
Se encontraron en una de las etapas más interesantes de sus vidas…
No creo que haya etapa más interesante que el presente. No importa la edad que se tenga, aunque es cierto que cuando se ha dado algunas vueltas al calendario, se aprende. Por lo menos esa es la esperanza que existe. Hemos aprendido a aceptarnos con nuestras sombras y errores, sobre todo a querernos un poco más.
¿Existen planes de boda?
A la edad que tenemos no es algo que consideremos prioritario. Consideramos prioritario el presente.
Tuvo la suerte de ser su amigo
Usted compartió en algunas producciones con el fallecido Diego Bertie. ¿Qué anécdotas o vivencias recuerda?
Antes de ser su colega y de trabajar juntos, tuve la suerte de ser su amigo. Los recuerdos que tengo con él provienen primero del corazón, como amigo. Ambos trabajamos en Colombia y aquello nos unió más. Cuando no estamos en nuestra tierra, nos unimos más, nace como una hermandad. Colombia se convirtió en una segunda patria, quizá más para mí, pues me quedé más tiempo y mis hijas crecieron en ese país.
Ahora tiene más razones para querer a esta tierra…
(Risas) Por supuesto, lo dice por Ana María. Guardo un recuerdo muy especial y hondo de Diego Bertie.
¿Qué se viene en lo profesional?
No puedo hablar de una serie que está por estrenarse, pero en el Festival de San Sebastián se lanzó Ramón, Ramón, mi segunda película como director. Esta recorriendo festivales.
Tal vez se incline más por la dirección que por lo actoral.
No creo que deje la actuación, pero he encontrado en la vida, la dirección y la escritura. Lo que valoro mucho. Te enriquece, cuando vuelves actuar, estás más enriquecido.
Aunque las telenovelas sean muy criticadas, ingresan a los hogares y se ven masivamente. ¿Ya no le interesan?
Tengo más de 30 años de carrera, creo que en ese tiempo todo ha cambiado mucho. No existían los (Premios) Platino, tampoco las plataformas. Empecé haciendo teatro, soñaba con el cine y tal vez con la posibilidad de hacer televisión. Si un país veía televisión, se detenía a esa hora para ver la telenovela. La televisión no predomina como a mediados de los años 90. La manera de transmitir historias se ha transformado, está en las plataformas. El público ve lo que quiere y a la hora que quiere. Es muy variado. Hay menos oportunidades de trabajo en televisión y se abren otras, como en el cine, teatro o en las plataformas.
La política ya no le interesa
Usted fue ministro de Cultura. ¿La política dejó de estar en sus planes? ¿Le dejó un mal sabor quizás?
Me interesa como ciudadano, pero ya no como alguien que quiera participar en ella. Tomé mi paso por la política como una oportunidad para dar un servicio público, como alguien que proviene del sector cultural. Nunca me he visto como alguien que quiera hacer carrera en la política. Fue una sorpresa que agradecí.
Se cree que la gente que está en el espectáculo no está preparada para la política. ¿Qué opina al respecto?
Aquello es un prejuicio. Los actores estamos preparados, como lo están los de cualquier otra profesión. En mi caso, soy abogado. Creo que decir que alguien que provenga de la cultura o el teatro no tiene preparación es un prejuicio, hay que verlos en acción.
En la adaptación de Cien años de soledad, un clásico de Gabriel García Márquez que estrenó Netflix, Salvador del Solar interpreta al general José Raquel Moncada, un personaje clave en la trama de Macondo y en la vida del coronel Aureliano Buendía.
Para el actor, darle vida representó un desafío profesional, tanto como haber interpretado al capitán Pantaleón en la segunda adaptación cinematográfica de la novela Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa. “Cuando piensas en Cien años de soledad, piensas ‘no puedo creer que pueda estar ahí' He sentido una afinidad inmediata. Y he sentido algo como ‘qué bonito poder interpretar a este personaje’. Necesitamos más de la gran literatura universal en nuestras pantallas también”, expresó.
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