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Carlos Alfonso Martínez | Exportar esperanza: el futuro de Ecuador

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Empresarios y agricultores ecuatorianos están apostando por el país y por nuestra gente

Los ecuatorianos somos personas resilientes y optimistas. Ante cada dificultad buscamos alternativas y soluciones, incluso en los momentos más complicados de la vida. Esa actitud también se refleja en nuestra economía: las exportaciones no petroleras han crecido en el último año y hoy representan una fuente real de esperanza para miles de familias.

Cada vez más proyectos impulsan la exportación de frutas y verduras hacia mercados internacionales. El otro día conversaba con un productor de pitahaya que me contó cómo más del 80 % de su cosecha se envía al exterior. Su meta es ser más eficiente para llegar aún más lejos. Lo mismo ocurre con el brócoli, los arándanos, las mandarinas y otros productos que ya han conquistado las mesas de distintos países. Con cada exportación se abren nuevas oportunidades de empleo y desarrollo.

Estos esfuerzos merecen reconocimiento. Empresarios y agricultores ecuatorianos están apostando por el país y por nuestra gente. Ecuador es pequeño y su mercado interno limitado, por lo que resulta vital mirar hacia afuera, diversificar y generar productos de mayor valor agregado.

Un ejemplo inspirador es Pacari, de Santiago Peralta. Él no se conformó con vender cacao en grano; decidió dar un paso más y ofrecer al mundo un producto terminado, con identidad y calidad de exportación. Ha demostrado que no solo podemos producir materia prima, sino también competir en los niveles más altos de la cadena de valor.

Ese es el camino que debemos seguir: innovar, abrir mercados, generar confianza y sentirnos orgullosos de lo que somos capaces de producir. El futuro del país depende de que cada día existan más empresarios y agricultores como Santiago Peralta, que con su esfuerzo nos demuestran que Ecuador puede crecer, prosperar y exportar esperanza.

Pero para que esta dinámica se traduzca en prosperidad generalizada, la legislación laboral debe acompañar. Es hora de preguntarnos si el actual modelo de contratación incentiva o frena la creación de empleo. ¿Debemos mantener tantas cargas extras como décimos, bonificaciones y jubilación patronal en un país con altos niveles de informalidad? Modernizar las reglas permitiría dar garantías a los trabajadores y al mismo tiempo abrir más puertas a la inversión.