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Jorge Luis Jalil | Sin confiarse

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Los récords deben celebrarse, pero también comprometer

Las cifras económicas del primer semestre muestran un respiro inédito para el Ecuador: por primera vez superamos los 103 mil millones de dólares en ventas totales, un récord que refleja dinamismo en sectores como comercio, manufactura y servicios. Este resultado no debe leerse como un mero rebote coyuntural, sino como señal de que existe movimiento y demanda suficiente para sostener una recuperación. Sin embargo, los números también encierran un riesgo: confundir un buen semestre con una tendencia irreversible.

La economía ecuatoriana ha demostrado que puede reaccionar cuando se le quitan trabas, pero aún se encuentra lejos de consolidar un ciclo virtuoso. Para transformar este repunte en crecimiento sostenido es necesario aplicar políticas que la teoría y la evidencia económica respaldan. Propongo tres medidas claras. Empecemos por reducir la rigidez laboral. Según el Banco Mundial, los países que facilitan la contratación formal logran mayores tasas de empleo y productividad. Un esquema más flexible de contratación temporal y por horas permitiría a las empresas crecer sin temor a cargas excesivas y a los trabajadores ingresar en el mercado con mejores condiciones que la informalidad. Luego, abrir más la economía al comercio internacional. El récord de ventas internas no debe aislarnos del mundo. Estudios de la OCDE muestran que las economías con mayor grado de apertura logran crecimientos más altos en el largo plazo. Consolidar el TLC con China, cerrar el acuerdo con Canadá y acelerar negociaciones con Centroamérica permitiría a nuestras exportaciones diversificarse y reducir la dependencia de unos pocos productos. Finalmente, elevar la eficiencia del gasto público. No se trata solo de gastar menos, sino de gastar mejor. El BID estima que América Latina podría ahorrar hasta un 4 % del PIB eliminando duplicidades y asignando recursos con criterios de costo-beneficio. Si canalizamos esos ahorros hacia infraestructura y tecnología se multiplicará el efecto positivo sobre la productividad.

Los récords deben celebrarse, pero también comprometer. Hoy el país demuestra que puede crecer, el desafío está en dotar de políticas serias y sostenibles a esa energía económica incipiente.