
La ruina como posibilidad: Karen González abre su archivo de lo deshabitado
La exposición reúne más de una década de imágenes. Se inauguró en la capital
La exposición Des-habitares, de la artista visual y arquitecta Karen González, se presenta como un viaje por los ecos y silencios de espacios en ruinas. Esta muestra, que forma parte de una investigación iniciada en 2009, combina fotografía, escultura y archivo para explorar cómo lo deshabitado sigue habitado por memorias, naturaleza y tiempo. Lo que empezó como un ejercicio universitario se transformó en una obsesión constante por los lugares que ya no tienen una función humana evidente, pero que están lejos de ser vacíos.
González ha desarrollado esta serie a lo largo de más de una década. Ha recorrido múltiples espacios abandonados —casas, construcciones detenidas, estructuras en deterioro— recolectando objetos, tomando imágenes y acumulando retazos de historia.
“Empecé con esta serie en una clase de fotografía, pero como también estudiaba arquitectura, me empezó a llamar muchísimo la atención estos espacios deshabitados, como la ruina, estos procesos de las edificaciones que no siempre son los que vemos en la carrera”, explica. “Desde ahí ha sido una acumulación y una obsesión de ir a estos lugares, de recolectar objetos, de tomar fotos. Incluso mis tesis de arquitectura han trabajado con este tipo de edificaciones en ruina” señala.
La muestra fue seleccionada dentro de proceso anual de convocatoria de la galería Parterre, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), y abrió sus puertas recientemente.
Ahondar en el archivo
La artista reconoce que el proceso de selección del material fue uno de los retos más grandes. La colaboración con la curadora Isabel Llaguno, directora de Parterre, fue clave para dar forma a la exposición. En lugar de organizar las fotografías por elementos arquitectónicos específicos —puertas, umbrales, estructuras—, la decisión curatorial fue más intuitiva, guiada por sensaciones y conexiones entre espacios diversos. Una parte importante del proyecto fue también la creación de una página web, donde se puede acceder al archivo completo.
El montaje de Des-habitares se diseñó para evocar la experiencia misma de la ruina. “Yo quería que la exposición tenga esa relación con la arquitectura, con la construcción. Entonces pensamos en poner estos puntales, como los que se usan en las obras. Cuando llegaron otras personas, pensaron que el edificio se estaba cayendo, pero era parte del entorno que queríamos darle a la muestra, algo más constructivo, arquitectónico”, recuerda entre risas.
La reacción del público ha sido intensa y cargada de emociones. Muchos visitantes han expresado sentir melancolía o tristeza al ver las imágenes. Sin embargo, para González la ruina no es un símbolo de decadencia, sino una oportunidad de renovación. “Para mí, la ruina representa una nueva posibilidad de vida para otras vidas que no son la humana. He ido a muchísimas casas abandonadas y siempre hay murciélagos, hay animales, la vegetación empieza a crecer. Empieza a haber esta mezcla de lo humano, lo animal, la fauna... Entonces, más bien es una sensación rica, de imposibilidades nuevas. No es esta cosa triste de que se va a caer la casa”, afirma.

Des-habitares también dialoga con otra serie paralela: Habitares, una propuesta escultórica que representa formas de arquitectura vernácula en cerámica. Estas pequeñas casas, inspiradas en tipologías populares que suelen quedar fuera de los discursos académicos, sirven como contrapeso a las ruinas. “Son esculturas de arquitectura popular, no es la arquitectura que estudiamos en la academia. No son réplicas, están un poco más abstractas, pero me interesa recuperar esas tipologías. Las dos series tienen esta obsesión con la memoria, con tratar de transmitir esas cosas que se pierden en el tiempo”, detalla González.
La exposición se puede visitar de lunes a viernes de 11:00 a 17:00. El ingreso es libre.
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