
La pasión por los juegos de mesa que une a coleccionistas en Guayaquil
Un coleccionista tiene alrededor de 550 juegos de mesa y espera alcanzar récord. Esta actividad reúne a cientos de personas
Lo que empezó como un pasatiempo infantil se ha convertido en una verdadera pasión que podría darle reconocimiento mundial a un guayaquileño. Andrés Espinoza, de 32 años, asegura tener la mayor colección de juegos de mesa en Ecuador y no descarta que su tesoro lo ubique entre los más grandes coleccionistas del planeta.
“Creo que podría alcanzar un Récord Guinness o un premio local. Tengo alrededor de 550 juegos de todo tipo. Soy un loco apasionado por esto”, confiesa entre risas a EXPRESO. Su historia comenzó cuando apenas era un niño de escuela, pero fue hace ocho años cuando decidió sumergirse de lleno en este universo. Lo que arrancó con clásicos como Monopolio, Parchís y Jenga terminó convirtiéndose en un estilo de vida.
Espinoza, quien combina su tiempo entre el trabajo y su pasión, asegura que los juegos de mesa son más que entretenimiento: representan una manera de socializar en tiempos dominados por lo digital. “He hecho muchos amigos jugando. Esto además ayuda a los niños y adultos mayores a ejercitar la memoria y a desarrollar destrezas. Es un mundo espectacular que la gente debe conocer”, sostiene.

Los juegos de mesa
Pero él no es el único que disfruta de esta experiencia. En Guayaquil existe una comunidad de coleccionistas y jugadores que también ha encontrado en este hobby un estilo de vida. Uno de ellos es Jamil Chedraui, de 52 años, quien guarda en su casa más de 300 juegos. “Todo empezó con cartas de Yu-Gi-Oh, pero luego me enamoré de los juegos de mesa”, relata, calculando que ha invertido cerca de 4.000 dólares en su afición. Su pasión lo ha llevado a maratones de hasta tres días, como cuando jugó Axis & Allies, un título de estrategia ambientado en la Segunda Guerra Mundial.
Chedraui incluso intentó llevar su entusiasmo un paso más allá creando, junto a un amigo, un juego llamado El hombre del maletín, inspirado en la política y la corrupción ecuatoriana. Aunque nunca logró comercializarlo, asegura que fue una experiencia única: “En Ecuador la industria de juegos propios aún es muy limitada, falta apoyo”, destaca. Actualmente es propietario de Camelot, un sitio de comida rápida donde permite que los visitantes usen los juegos de mesa de forma gratuita.
La movida lúdica en la ciudad, sin embargo, no se limita a las colecciones privadas. Se estima que al menos 300 personas participan en torneos, intercambios en ludotecas y reuniones masivas. Además, la pasión se ha transformado en negocio: locales como Igunatú, Camelot y Jaque Latte ofrecen comida y bebida acompañada de largas partidas que atraen a jugadores de todas las edades.
El entretenimiento se combina con la comida en Guayaquil
Uno de esos emprendedores es Joaquín Orrantia, quien a sus 52 años decidió abrir un local en Urdesa que mezcla gastronomía con diversión. “Para mí, los juegos de mesa son mejores que los videojuegos. Mantienen la magia de la interacción cara a cara”, comenta.
coleccionista
Esa misma conexión es la que disfrutan Guido Riveros, de 28 años, y su novia, quienes prefieren títulos de estrategia como Catan y Pandemic. “Tenemos un grupo de WhatsApp con más de 30 personas. Una vez al mes organizamos party games que duran todo el día”, cuenta entusiasmado.
La fiebre también se siente en los torneos de cartas como Pokémon y Digimon, que convocan a fanáticos en diferentes puntos de la ciudad. Allí, entre dados y tableros, queda claro que los juegos de mesa no son cosa del pasado.
En un mundo hiperconectado y dominado por pantallas, los juegos de mesa se han convertido en una válvula de escape: un espacio donde la interacción humana es la regla y no la excepción. Para muchos, es volver a lo básico: compartir, reírse y competir sin necesidad de internet ni dispositivos móviles.
Y aunque, según los apasionados, aún falta impulso para la industria local, esta comunidad guayaquileña tiene claro su objetivo: seguir creciendo y demostrar que los juegos de mesa no son solo recuerdos de infancia, sino un universo vibrante que mezcla estrategia, creatividad y diversión.

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