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El poder del perro, ganadora de lso Critics Choice Awards
Personajes impecables y perturbadores son parte de esta producción en la que nada resulta obvio.Instagram

El poder del perro, impulsos que destruyen

La cinta de Netflix se convierte en una verdadera joya del séptimo arte, de dirección impecable y perfiles humanos muy reales.

Montana, 1924. Los acaudalados hermanos Burbank, Phil (Benedict Cumberbatch) y George (Jesse Plemons) son propietarios y socios de un emporio ganadero. Phil es elegante y cruel. George es impasible, amable.

Cuando este último contrae nupcias, en secreto, con la viuda Rose (Kirsten Dunst), propietaria de un restaurant y pequeño hotel que sirve a los vaqueros de este Viejo Oeste que tiende a desaparecer, Phil lleva a cabo una guerra sádica e implacable contra ella y su afeminado hijo Peter (Kodi Smith-McPhee). El muchacho será enviado a una universidad para que estudie medicina.

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En su soledad, Rose percibe que no está preparada para este mundo de riquezas y alta sociedad. Su papelón frente al gobernador Edwards (Keith Carradine) la lleva al alcoholismo. Peter regresa de vacaciones y se convierte en burla de la peonada y del propio Phil. Una tarde, el muchacho encuentra un extraño sendero escondido entre los árboles, allí descubre un viejo baúl lleno de revistas sobre cultura física, con énfasis en torsos masculinos.

Phil que se baña en río cercano lo ahuyenta groseramente pero cosa extraña genera un cambio: tratará de convertirlo en un vaquero. Es más, querrá obsequiarle una cuerda (soga) que teje para arrear ganado. Peter acepta el gesto sin mayor entusiasmo pero con velada resignación.

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Jane Campion, triunfadora años atrás con El piano (1993), vuelve a conquistar al mundo fílmico con El poder del perro, joya del cine actual; no solo por su dirección y guion sino por los perfiles humanos que va sembrando y cosechando. 

Aunque sea un largometraje ambiguo donde nada es obvio (ni siquiera EL título), la profundidad de sus caracterizaciones permitirá que el espectador vaya desenvolviendo la trama, siempre y cuando se interese por los detalles, especialmente sus últimos 45 minutos y así descubrir el despiadado e insospechado final. La Campion hace que los secretos de la película se vayan revelando mientras van surgiendo la piezas de este rompecabezas.

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La música impone a las secuencias un ritmo nervioso que a su vez sirva para acentuar la grandeza visual de esta obra filmada en Nueva Zelanda, donde la riqueza paisajista del terruño es ya tradicional.

El cuarteto estelar es impresionante, extraordinario. Los personajes afloran con sus traumas y virtudes: Kirsten Dunst captura con su silencio toda la vulnerabilidad y tristeza de la mujer que duda de sus propias motivaciones, la secuencia en que regala las pieles a los indios, por ejemplo. No extrañaría si la nominan al Oscar.

Cumberbatch impone la presencia de un mal ser humano, “aterrador, que muestra su tóxico machismo” (dice el crítico estadounidense Robert Daniela) , personaje que lleva la tensión dramática de la historia. Seguramente se lleva una postulación al galardón que otorga la Academia de Hollywood.

Keith Carradine, acertado. Plemons, impecable. Perturbador, Smith-McPhee, aunque piense que le falto mostrar algo de la crueldad que representa su personaje, sobre el cual no adelanto nada, para que sea Usted quien descubra el hecho que lleva al final. Solo les narro la secuencia: Peter está solo en su habitación después de los funerales, abre una Biblia y lee el Salmo 22:20: ´Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida´.

El poder del perro son todos esos impulsos profundos e incontrolables que pueden llegar a destruirnos.

La escena se funde con una toma en que Peter, solo, deambula con un perro. Allí está la esencia de su magnifico final.

  • CALIFICACIÓN: *  *  *  *  *