Música

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Ataviado con su traje militar, Jhonny Delgado, como todos los años, llegó a cantarle a JJ. Hubo quienes pidieron ‘permiso’ a los muertitos para bailarMiguel Canales

Julio Jaramillo fue recordado con música, baile y lágrimas en el Cementerio General

Quienes llegaron de visita al camposanto decían que sus familiares ‘vecinos’ del Ruiseñor de América debían estar felices de escuchar sus melodías.

Walter Colón Franco se la pasó de farra ayer. Justo cuando su hijo Colón fue a visitarlo se encontró con la sorpresa de que, al ladito de donde reside, su vecino había armado la farrota. “Mi papá debe estar feliz, Julio Jaramillo era su ídolo”, dijo entre nostálgico y sonriente Colón, quien ayer llegó hasta la tumba de su papá para darle unos retoques de pintura.

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La casualidad de la vida, o de la muerte en este caso, lo puso en el ‘mismo vecindario’ del Ruiseñor de América y hoy 9 de febrero, cuando se cumplieron 44 años de su deceso, no pudo faltar la música en su homenaje. En realidad hubo de todo: música, tragos, baile, fotos, más trago, alegría... llanto.

“¡Salud, mi pana! Chuta, cómo canta el man”, le decía su amigo Joaquín al manabita Rolando Tuárez, mientras le pasaba un vasito plástico lleno de whisky, de ese que cuesta 10 ‘latas’ la botella.

El hombre, de 57 años y que portaba un sombrero del campo, alzó el codo y pa’dentro el licor. Y entonces el recuerdo: “¿Quién no ha enamorado alguna vez con la música de JJ? Con el bolero ‘Tú y yo’ enamoré a una mujer, y la canción ‘Carmita’ se la dediqué a mi mamá”, recordó.

Más allá, Greisy Jaramillo, una de los 46 hijos que, según los registros históricos habría dejado el artista (27 de ellos reconocidos) estaba ahí, en pleno homenaje. Llena de entusiasmo resaltó que “escuchar la música de mi papá es como que un sentimiento hondo se apodera de uno, el pecho como que quiere explotar de la emoción”.

Julio Alfredo Jaramillo Laurido falleció un jueves 9 de febrero de 1978. Tenía 42 años. Su sepelio ha sido uno de los más multitudinarios que se han dado en Ecuador. Está sepultado en el Cementerio General de Guayaquil.

Desde el balcón adjunto a uno de los bloques de la puerta 13 del Cementerio General de Guayaquil, donde se ubica el mausoleo con los restos de quien es considerado por muchos como el mejor exponente de la música nacional, doña Anita cantaba y bailaba al ritmo de ‘Chica linda’. Ella había llegado sola desde su casa en el suburbio, con una botellita que de rato en rato se llevaba a la boca. “Julio no se ha ido. Él vive en su música”, decía.

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Abajo, entre la multitud, Eddyson Salavarría, de 43 años, mostraba con orgullo el tatuaje en su brazo derecho: el rostro de JJ con un micrófono. “Me lo hice cuando tenía 18 años. Estaba con la gallada del barrio y en plena chupa decidí hacérmelo. Hoy estoy orgulloso de llevarlo”. Cerca de él, Jeshua, de 19 años, hasta lloraba mientras cantaba. “JJ nació con la estrella de ser inmortal y este homenaje es hasta poco para él”, aseguró.

Y en medio de toda esa algarabía, un tanto alejada de la multitud, pero igual alegre, estaba la familia Bastidas Carrasco. A pocos días de regresar a Brooklyn, Nueva York (EE.UU.) donde residen, habían ido al cementerio para visitar a la abuelita Raquel y se encontraron con esta andanada musical. “Ella también debe estar bailando y cantando la música de Julio Jaramillo”, dijo.

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La familia Bastidas Carrasco se lleva a la ‘Yoni’ el recuerdo de haber estado en este homenaje a su ídolo musical.Miguel Canales Leon

Vanessa Carrasco, de 40 años y jefa del hogar, sacó su tablet grandotota y se puso a grabar todo. “Crecí escuchando esa música”, dijo al tiempo que contaba que en su familia todos son fanáticos de JJ. Y es cierto. Ahí, su hijo Éddison, de 16 años y quien ha vivido la mitad de su vida en la ‘Yoni’, también disfrutaba y cantaba las canciones de Míster Juramento.

Es que, a fin de cuentas, 44 años después JJ sigue siendo el Ruiseñor de América, la voz que hace vibrar, la voz que hace llorar... la voz inmortal.