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Merlyn Ochoa
Hace 15 años labora en el Canal del Cerro.Christian Vinueza // EXPRESO

Merlyn Ochoa: "me daba estrés regresar a mi casa"

La reportera de Ecuavisa dio la cara a la pandemia durante la cuarentena en Guayaquil.

Una de las comunicadoras que se destacó durante la cuarentena fue Merlyn Ochoa, reportera de Ecuavisa, empresa en la cual labora hace 15 años. Aunque sintió miedo al contagio de Covid-19, se mantuvo al pie del cañón.

Esta guayaquileña de 37 años es viuda tiene dos hijos pequeños, Paúl (4) y Luciana (5), quienes fueron su apoyo, al igual que su padre Washington Ochoa durante la crisis sanitaria.

Estudia una segunda carrera, Derecho, en la Universidad Técnica Particular de Loja. Cursa el tercer año, además hizo una maestría en Dirección de Comunicación. En sus ratos libres, disfruta de comer cangrejos con sus amigas.

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Se considera que en Guayaquil lo peor ya pasó. ¿Esta experiencia cómo la marcó en todos los sentidos?

Lo peor fueron los primeros días, los más dolorosos. Los periodistas no dejamos de ser seres humanos. Haber perdido a mi esposo (Paúl Martillo) hace tres años me hizo comprender a esas mujeres a las que se les morían sus familiares, sus parejas o a aquellas que rogaban o batallaban por atención médica. Fue algo emocional muy intenso. Además tuve que trabajar con el enemigo. 

No sabíamos quiénes podían estar contagiados y en las calles había una carga viral muy fuerte. Gracias a Dios en el canal siempre nos dotaron de los implementos de bioseguridad, nos hicieron las pruebas. Eso nos daba un poco de tranquilidad.

Ante tanto dolor, ¿era inevitable sentir miedo?

Sentí muchísimo miedo, se me salían las lágrimas en las coberturas, vi de cerca el dolor de las personas y sus necesidades. Duele ver que se jugó con esa angustia y que hay personas involucradas en actos de corrupción.

Recorrí hospitales y los sectores vulnerables. Era una situación insostenible para ellos. Muchos no tenían qué comer, además sin servicios básicos, en una ciudad caliente. Otros dormían en las calles sin ninguna protección. Hicimos crónicas contando la realidad.

Merlyn Ochoa
Es guayaquileña y tiene 37 años. Christian Vinueza // EXPRESO

¿En su casa hubo algún contagiado?

Me daba mucho estrés y temor regresar a mi casa porque temía contagiar a mi familia. Gracias a Dios nadie se enfermó. Tanto mi padre como mis hijos y la niñera son del grupo vulnerable. Por ello las medidas que se tomaron eran extremas. Él se vino a vivir conmigo después de la muerte de mi esposo. 

Para evitar los riesgos me fui a vivir a un hotel, pero mis hijos lloraban y me extrañaban. Si me contagiaba hubiese cumplido con los protocolos normales. No me quedó de otra que volver con muchas medidas.

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¿Tuvo la opción de no continuar?

No tuve esa alternativa. Lo que hicieron en el canal fue dividirnos en grupos, uno trabajaba una semana, otro la siguiente. Somos periodistas de convicción, que vivimos el trabajo con pasión, había que salir a informar. 

Limitarnos era como decirle a un militar que no vaya a la frontera donde hay guerra.

Aunque cubrir estas noticias fue parte de su trabajo, sus bonos subieron durante esta emergencia.

En forma general, todos tuvimos una participación. Algunos de mis compañeros cubrían temas políticos, otros económicos o de corrupción. 

Todos nos subimos a la camioneta, eso me llena de orgullo porque se trabaja con gente profesional y apasionada. Nosotros dijimos: ‘aquí estamos’, hubo un compromiso periodístico.

¿Considera que la pandemia cambió a la humanidad?

Creo que sí. Nos permitió en algunos casos, valorar la vida, la salud, a las personas que nos rodean y el trabajo. Muchas veces la gente solo se queja, yo les digo que debemos agradecer estar vivos porque se luchaba contra un enemigo invisible. 

La familia jugó un rol importante en esta cuarentena para los que debíamos salir. Yo tuve el respaldo de mi padre e hijos, eso me permitía trabajar en paz porque sabía que ellos estaban bien cuidados y que solo debía cuidarme yo.

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Los comunicadores, como muchos otros, hemos tenido que cambiar el sistema de trabajo…

El mayor reto es adaptarme al teletrabajo, porque soy contadora de historias. Me gusta salir a las calles a buscar las noticias. Hay que adaptarse porque el país necesita cambiar su sistema de trabajo, no niego que me cuesta, es un desafío porque armar un reportaje desde la casa, no es lo que me agrada. 

A veces hay que hacer entrevistas por teléfonos, por Zoom y hacer mucho uso del Internet.

¿Estamos listos para pasar al semáforo verde?

Es un proceso, porque no podemos aventurarnos. Estas decisiones no se toman por una apreciación, sino a través de estudios técnicos, de salud y social. Hay que hacer monitoreos. Debemos entender que la emergencia sigue, aún no termina.

Aún no se ha vuelto a enamorar

Hace tres años, su esposo el comunicador Paúl Martillo, quien también trabajaba en Ecuavisa, falleció en Estados Unidos, donde se sometió a un tratamiento para combatir el cáncer de estómago. 

Sigue sola, no se ha vuelto a enamorar. “No me cierro al amor, pero no tengo apuros. Aún no ha llegado la persona indicada”, dice Merlyn.

Merlyn Ochoa con sus hijos.
Merlyn con sus hijos, Paúl y Luciana.Cortesía