
Luis Alberto Lamata: legado de 'Topacio', 'Señora' y la película 'Jericó'
Dolor en la TV: muere Luis Alberto Lamata, maestro del melodrama y voz del cine venezolano
Luis Alberto Lamata, uno de los nombres imprescindibles de la televisión y el cine venezolano, partió a los 65 años dejando un vacío en la memoria afectiva de millones de personas. Su muerte sacude a la audiencia que creció con sus telenovelas y a una generación de artistas que lo reconoce como maestro, guía y artesano de historias inolvidables.
Un maestro de las telenovelas venezolanas
El universo de las telenovelas evolucionó en tramas, formatos y tecnología, y Lamata supo acompañar, y muchas veces anticipar, ese cambio. Con mirada humanista, pulso narrativo firme y sensibilidad para dirigir actores, imprimió un sello propio que convirtió sus títulos en clásicos de exportación.
Ese es el caso de Topacio, novela protagonizada por la inovldiable pareja compuesta por Grecia Colmenares y Víctor Cámara. En esta producción, concebida como una adaptación junto a Luis Manzo de Esmeralda de Delia Fiallo para RCTV, Lamata consolidó una firma autoral: melodrama elegante, personajes definidos y un ritmo que atrapaba sin estridencias.
Pero esa no es la única. También trascendieron fronteras otras cuyos nombres todavía permanecen en la memoria de los amantes de los culebrones. Es el caso de Señora (1988), cuya inspiración es fácilmente reconocible en dos libros famosos de la literatura universal: Doña Bárbara, del venezolano Rómulo Gallegos, y Los miserables, del francés Victor Hugo.
Protagonizada por Maricarmen Rigueiro y Carlos Mata, según varios expertos Señora es una de las mejores telenovelas que tanto RCTV como Venezuela han producido para el mundo.
En la lista también están Las dos Dianas, protagonizada por Nohely Arteaga y Carlos Mata, y Lupita Ferrer, Manuel Salazar y Marlene Maseda; y Belinda, con Mariana Torres y Leonardo García en los papeles principales, y las participaciones antagónicas de Anna Ciocchetti, Sebastián Ligarde, Tamara Monserrat y Alberto Casanova.
Cine con sello propio: el impacto de 'Jericó'
Su talento no se quedó en la pantalla chica. En el cine, Jericó lo confirmó como un narrador mayor: la película fue seleccionada para representar a Venezuela en los Premios Óscar a mejor película de habla no inglesa y también nominada al Goya a mejor película extranjera de habla hispana.
Este reconocimiento doble es una muestra clara de la ambición estética, riesgo y oficio que ponía Luis Alberto Lamata en su trabajo.
El legado y las voces del adiós
Su fallecimiento generó una respuesta inmediata entre directores, actores y guionistas. Era de esperarse, pues Lamata supo cómo ganarse no solo al público, sino también a quienes compartieron con él su oficio de dirigir.
“La noticia duele, desconcierta, sorprende. Falleció Luis Alberto Lamata, uno de los mejores cineastas de nuestro país. Pero, sobre todo, un gran amigo”, escribió Leonardo Padrón, creador de series como Accidente y Pálpito. El mensaje sintetiza el impacto humano y profesional de un creador que dejó escuela dentro y fuera del set.
Raíces, formación y primeros pasos
Heredero de una estirpe artística, fue hijo del realizador Juan Lamata Martín, director de telenovelas de muchísima audiencia, como con La usurpadora (1971), con Marina Baura (en el papel de las gemelas Alicia Estévez y Rosalba Bracho) y Raúl Amundara como Daniel Bracho..
Estudió Historia en la Universidad Central de Venezuela, ingresó al mundo audiovisual a los 23 años y debutó con el cortometraje Félix, o ¿Sabe usted cuánto gana un cajero? (1984).
Poco después, RCTV le confió la dirección de Topacio y su nombre despegó definitivamente y para siempre.
Su último trabajo para la televisión venezolana fue la minserie Carabobo, Caminos de Libertad, en 2021, que fue emitida en varios canales del Estado, a propósito del bicentenario de la Batalla de Carabobo, momento histórico que marcó la independencia del país en 1821.
Luis Alberto Lamata se formó también en cine con creadores de la talla de Carlos Rebolledo y Carlos Azpúrua.
Un adiós que también es celebración
Lamata entendió que el melodrama puede ser alta artesanía cuando se honra a sus personajes. Por eso sus historias siguen vivas: porque habló de amor, injusticia, identidad y segundas oportunidades con un lenguaje cercano y una dirección precisa.
Si bien hoy el género pierde a un referente; la audiencia, a un viejo amigo. Su obra, en cambio, queda para siempre disponible como refugio de memoria y emoción.
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