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Juan Carlos Aizprúa.
Juan Carlos Aizprúa.Karina Defas // EXPRESO

Juan Carlos Aizprúa: "Don Alfonso tiene su estilo, yo el mío"

En mayo asumió como el presentador de 'Televistazo estelar' de Ecuavisa. No faltaron los nervios, las lágrimas, las felicitaciones y las críticas

A los 35 años, a Juan Carlos Aizprúa le llegó la oportunidad de ocupar el lugar de Alfonso Espinosa de los Monteros en 'Televistazo estelar' (Ecuavisa). El joven de 17 años, que llegó de Esmeraldas a Quito para estudiar Comunicación fuera de su tierra natal, jamás se lo imaginó. Siempre veía las noticias, algo que no es común a esa edad y quería ser periodista. Su interés fue mayor cuando el 11 de septiembre en 2001 ocurrió el atentando terrorista en las Torres Gemelas (en Estados Unidos). Entonces se hizo la pregunta ¿cómo estar ahí contando los hechos?

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También es parte de 'Televistazo en la comunidad'. Por ello debe madrugar. El 3 de septiembre cumplirá 11 años en esa empresa. Su abuelita (Victoria, quien falleció) y su madre (Marisol) son sus dos grandes amores. Perdió a su padre (Rubén) cuando tenía casi 2 años. Es soltero, tiene dos hermanos, Jeffrey y Judy, y dos ‘hijos perrunos’, Benjamín y Coco.

¿En la adolescencia ya veía a Alfonso Espinosa de los Monteros?

Por supuesto, pero nunca pensé que iba a trabajar con él y mucho menos que iba a ocupar su lugar cuando se retirara. Mi abuelita, que fue mi otra mamá, lo quería mucho como televidente. Siempre lo veía.

Las comparaciones son odiosas, pero inevitables. ¿Se han dado de todas las formas?

Estaba preparado para ello. Acepto cuando hay comentarios que me sirven y que ayudan a mejorar, pero cuando son negativos u ofensivos que se dan sobre todo en las redes sociales, los dejo a un lado. Trato de madurar en ese sentido. Con Don Alfonso conversamos mucho sobre este tema. En una ocasión en una entrevista él dijo: “Juan Carlos es Juan Carlos, Alfonso Espinosa es Alfonso Espinosa”.

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Todos somos únicos, generalmente surgen las comparaciones por el espacio en el que estuvo durante 57 años y la huella que ha dejado en la televisión ecuatoriana. Con todo el respeto que se merece, Don Alfonso tiene su estilo, yo el mío.

La credibilidad era una de sus fortalezas como presentador.

Cuando empecé a reemplazarlo en 2014, acudí a su oficina y le pedí que me aconseje no para parecerme a él, sino para llegarle al televidente. Entonces me contestó:Tienes que creer lo que dices, entender, investigar lo que narras frente a una pantalla, sentir lo que estás diciendo para que te crean”. Como nuestra relación siempre fue buena y como compartimos mucho, hubo tiempo para recibir sus enseñanzas. Comprendo que la gente todavía lo extrañe, fueron más de 50 años. No se borra aquello de la noche a la mañana. Yo de forma continua lo acompañé durante tres años presentando el segmento internacional.

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Cree que la transición en el informativo estelar fue menos ‘dolorosa’ al poner un presentador que ya se conocía a que apareciera otro de la noche a la mañana.

Hasta antes de la pandemia, solo lo reemplazaba los viernes o por alguna diligencia que tuviera que hacer, por problemas de salud o vacaciones. Cuando Don Alfonso regresó, en el canal decidieron ponerme de presentador de noticias internacionales y los viernes durante toda la emisión.

La transición fue progresiva para que el fiel televidente de Ecuavisa se acostumbre al rostro y voz de Juan Carlos Aizprúa, además para que sepa que en el estelar habían dos personas. Si él se retiraba iba a quedar un presentador que ya conocía el público, como se dio. Yo tengo en una libreta anotado muchos de sus consejos, siempre los leo, los repaso. También el canal fue respetuoso y considerado, estaban listos para que cuando Don Alfonso lo decidiera se empezara con el proceso de transición.

¿Siempre usted fue la opción para ocupar su lugar o tras la llegada del nuevo director nacional de noticias, José Hernández, se mencionaron otros nombres? Incluso sonaba Estéfani Espín.

Siempre se analizaron varios nombres. Antes se habló de Andrés Jungbluth o Pedro Jiménez, no sé de Estéfani. Además en la puerta del horno se quema el pan, soy muy prudente al hablar. A mis amigos íntimos y a mi madre, cuando me preguntaban, les respondía que no sabía. A veces caí mal, prefiero ser así, parte del éxito del ser humano es ser prudente y saber en qué momento se dice algo y en qué momento se calla. Incluso no iba a ciertas reuniones para evitar que me bombardearan con preguntas. Hasta el último día opté por no decir nada.

¿A Denisse Molina, que está en Tailandia, tampoco se lo dijo?

Denisse con quien tengo una gran amistad me mandaba audios para decirme que sabía que yo iba a ocupar el lugar de Don Alfonso. Con ella siempre nos llevamos bien porque ambos somos costeños y es una amistad que suma. No quería adelantarme a hablar porque podía pasar cualquier cosa, no quería quedarme con los churos hechos.

¿Extender el horario estelar fue una apuesta arriesgada?

José Hernández lo comentó en una entrevista, en la media hora adicional se incluyó más país porque muchos reportajes se quedaban por fuera, se iban acumulando. Al principio sí me pareció arriesgado, pero nos está funcionando.

Los artistas dicen que los nervios nunca se pierden en un escenario. ¿Al principio usted los habrá sentido?

Una cosa era reemplazarlo cuando se ausentaba por algún motivo o los viernes, otra presentar una hora y media el informativo, ser la imagen institucional de Ecuavisa, saber que millones de personas nos ven, no solo por el televisor, también por el celular, Internet. No puedo mentir, al principio me sentí muy nervioso, ya me he calmado. Dormía mal.

Nunca olvidaré que cuando Don Alfonso anunció que se iba, me abrazó y me dijo: “Tranquilo hijo que lo harás bien, este puesto es para ti, confío en ti. Te felicito porque te lo mereces”. Yo estaba lloroso, cuando llegué a mi casa me encerré en el cuarto, no paraba de llorar. Jamás olvidaré su abrazo y palabras.

¿Quién le habría gustado que lo viera ahora?

Mi abuelita Victoria, quien falleció por un cáncer a los ovarios el año pasado. Cuando yo la visitaba me decía que le diera un abrazo a Don Alfonso. Era mi otra mamá, cuando era niño me ayudaba con los deberes, si tenía alguna exposición me decía que mejore la dicción, que la mire a los ojos, que me pare recto y que no me encorve, que eso demuestra inseguridad. Le encantaba la poesía, escribir, leer los diarios, se cultivaba mucho.

Cuando reemplacé por primera vez a Don Alfonso, yo estaba temblando, llamé a mi familia a decirle que iba a presentar el informativo estelar, cuando finalizó, mi abuelita era un mar de llanto. Sé que desde algún lugar me ve.

Su tierra Esmeraldas está muy golpeada por el narcotráfico. ¿Algo difícil de procesar?

Hay momentos en que me siento afectado emocionalmente, es una de las ciudades más peligrosas no solo del país sino de Latinoamérica. Recuerdo cuando jugaba pelota en el portal de mi casa, cuando íbamos a la iglesia o a la playa. Algo similar ocurrió durante la pandemia. Mientras informo es inevitable que se me vengan a la mente recuerdos de mi niñez. En los 90 cuando mi madre tenía su negocio, era una zona de paz, ahora es de guerra, está militarizada.

¿Le afecta de alguna manera madrugar y enfrentarse a un clima tan variable como el de Quito, considerando que usted tiene dolencias respiratorias y le dio COVID-19 prácticamente tres veces?

He sentido un antes y un después de la COVID-19. Mis pulmones y mis bronquios, quedaron más sensibles al frío. Ahora uso inhalador, tomo antialérgicos y si hace viento debo llevar una chompa o bufanda. Es complicado madrugar. Para evitar enfermedades salgo forrado con abrigo, bufanda, con todo lo que pueda. La suerte es que vivo cerca del canal. He tenido que acostumbrar al cuerpo a dormir más temprano, me acuesto a las diez de la noche. Antes era noctámbulo. 

Una de las mujeres más importantes en su vida es su madre...

Ella se mueve mucho entre Guayaquil, Quito y Estados Unidos. Fueron muchos años de una situación económica apretada, una madre con tres hijos. Ahora lleva una vida más tranquila. Cuando era adolescente y quería una profesión era también porque aspiraba a una estabilidad económica para verla en su edad adulta viviendo sin necesidades.

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¿Es muy amiguero?

Antes lo era. No me agrada la gente invasiva, que se mete en mi vida, confianzuda, con el tiempo me volví desconfiado, hermético, muy de mi casa, voy a reuniones cuando son amigos muy queridos. En un evento me presentaron a tal persona. A los 15 días me contactó por Instagram y me dijo que tenía una prima que estudiaba Comunicación y que quería trabajar en Ecuavisa. Cuando yo tengo que hacer fila la hago sin problemas. Cumplo los procesos indicados, aunque suene aburrido. Mi espacio, mi paz son sagrados. Mi grupo de amigos se redujo, me he quedado con gente que me valora porque soy Juan Carlos Aizprúa, el ser humano, no porque trabajo en Ecuavisa. 

¿Siempre es tan formal para vestir?

Fuera del informativo uso mucho jean, camisas casuales y tenis. Esos zapatos los llevo porque tengo el pie plano, más que el diseño debo fijarme en que sea cómodo. La suela del calzado que uso para el noticiero.

Juan Carlos Aizprúa.
Es de pocos amigos, desconfiado y hermético.Karina Defas // EXPRESO