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JorgeCamara
Hombre de gran sencillez y destaccado periodista del séptimo arte, se codeó con las grandes estrellas del cine mundial.Instagram @rubenvnepales

Jorge Cámara, adiós al amigo

El boletín semanal enviado por los Globos de Oro informa que el 25 de abril falleció en Hollywood este mexicano, íntimamente ligado a la institución.

Jorge Cámara fue presidente en varias ocasiones (1978-1980/1984-1986/2007-2009) de la Asociación de Periodistas Extranjeros radicados en Hollywood. La noticia de su fallecimiento recibida en el boletín de los Globos de Oro adquiere interés personal porque fui su amigo. 

Me lo presentó en 1970 ese gran periodista ecuatoriano que fue Otón Castillo Vélez. Era una noche del Óscar y Jorge cubría el evento para diario La Opinión. En conversaciones posteriores, comentó ser parte de la Asociación (desde 1965) que entregaba los Globos de Oro. Otón sugirió a Jorge que yo fuese invitado a la ceremonia y, arreglado papeles, durante seis años hice la cobertura para los diarios EXPRESO y EXTRA.

Nacido en Mérida, México, el 10 de enero de 1936, Jorge, aunque residente por muchos años en los Estados Unidos jamás olvidó sus raíces ni su acento. Hombre cordial por naturaleza, me invitó a su casa para un cóctel que brindaba en honor de una figura importante del periodismo localizado en Los Ángeles. En una vitrina estaba el Globo de Oro destinado a Elizabeth Taylor por su actuación en Cleopatra. La actriz no había estado presente en la noche de los trofeos y pidió, posteriormente, que este sea guardado por Jorge.

En los años 80, gracias a Cámara, íbamos a la cena de premiación, no a la de prensa sino al Gran Salón de Beverly Hilton, donde la ubicación estaba sectorizada a tres niveles. La planta baja para nominados y grandes figuras del cine y la televisión. El segundo para realizadores cinematográficos, el tercero para la prensa visitante. Los organizadores tenían la gentileza de situarnos en una mesa en la que ya estaba una figura prometedora del cine. Así nos tocó compartirla con Salma Hayek, recién llegada a Hollywood.

Las fiestas a las que tuve oportunidad de asistir me permitieron entrevistar a Joan Collins, fotografiar a mi hermana Patricia con Anthony Quinn y ver de cerca a decenas de las grandes estrellas de la televisión estadounidense.

Recuerdo que en 1985 vi llegar a Elizabeth Taylor y Liza Minnelli con Rock Hudson. Él lucía muy mal. Le dije a mi hermana: "Hudson debe tener cáncer". Moriría de sida en octubre de aquel año.

En otra ocasión, Robert Vaughn, que ya había perdido la fama ganada con El Agente de Cipol (1964-1968), estaba para entregar uno de los premios destinados a las más importantes series de la temporada. Usualmente, para esa categoría, se designaba a una estrella que en esos momentos fuese una de las más populares, Vaughn ya no lo era

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Curioso, pregunté a Jorge el porqué de la deferencia. Su respuesta fue muy clara y demostraba la generosidad y consideración que los Globos de Oro preservaba: “Cuando era el astro más popular de la televisión, Robert tenía para nosotros las puertas abiertas de su fama. Jamás se negó a una entrevista, a figurar en nuestras ceremonias. Ahora, ha llegado el momento de agradecer su gesto y lo hacemos mostrando la deferencia que siempre le guardaremos”.

Fue toda una lección.

El año pasado hablé con él, telefónicamente, seguía siendo la misma persona: caballeroso, afable, sincero y dispuesto a colaborar en todo lo referente a sus funciones. Hablamos de su carrera: crítico, presentador y analista de cine para Univisión y Telemundo, productor y conductor de programas como HBO Olé, ganador del premio que otorga el Sindicato de publicistas ('Por su extraordinaria labor en el campo del cine y la televisión'). Añadí que él era uno de los periodistas más respetados de la industria. Se limitó a decir “gracias”.

Por ello, la noticia de su muerte impone recuerdos, anécdotas y el deseo qué Dios tenga a Jorge Cámara en su gloria.