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IVAN OÑATE POETA
Oñate deja como legado una extensa obra poética y narrativa, incluyendo el libro 'El hacha enterrada' y el poemario 'Cuando morí'.Cortesía

Iván Oñate, el poeta ambateño que convirtió la palabra en destino

El autor de 'La nada sagrada' y 'El hacha enterrada' falleció a los 77 años. Su obra marcó la poesía latinoamericana

El pasado 10 de septiembre falleció en Quito Iván Oñate, poeta, narrador y catedrático nacido en Ambato en 1948. Con su partida, Ecuador pierde a una de las voces más representativas de la lírica contemporánea, cuya obra trascendió fronteras, idiomas y generaciones. En más de cinco décadas de escritura, Oñate consolidó un estilo que exploró la condición humana desde la existencia, el vacío y la memoria.

Autor de una vigorosa producción poética, publicó títulos como Estadía poética (1968), El ángel ajeno (1983), Anatomía del vacío (1988), La nada sagrada (1998), La frontera (2006), El país de las tinieblas (2008), Cuando morí (2012) y La fiel literatura (2018). Su obra fue reconocida en antologías y traducida a idiomas como alemán, francés, inglés, portugués, griego e italiano.

Aunque la poesía fue su territorio principal, Oñate también cultivó la narrativa. En 1987 publicó El hacha enterrada, un libro de cuentos traducido a varios idiomas, y en 1995 La canción de mi compañero de celda, obra de prosa poética. En ambos géneros su voz mantuvo la misma intensidad y hondura. “Escribo no por elección, sino por maldición”, confesó en una de sus declaraciones, dejando claro que la escritura era para él un destino inevitable.

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Una destacada producción

Su formación académica fue tan amplia como su obra. Estudió en Quito, Argentina y España, y obtuvo un doctorado en Comunicación (Semiótica) en la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante más de tres décadas, ejerció como profesor de Semiótica y Literatura Hispanoamericana en la Universidad Central del Ecuador, institución que lo distinguió con el título de doctor honoris causa. Generaciones de estudiantes lo recuerdan por su rigor y su pasión por la literatura como vía de conocimiento.

Oñate concebía la poesía como un espacio de permanente renacimiento. En varias entrevistas sostuvo que “el poeta tiene que nacer y morir en cada poema”, una visión que se plasmó en libros como Cuando morí. Su escritura dialogó con la muerte, la fugacidad del tiempo y las luces y sombras de la experiencia humana, pero siempre con un lenguaje capaz de conmover y abrir caminos de reflexión.

Reconocido en festivales literarios en América y Europa, compartió escenarios con autores como Piedad Bonnet y Mario Vargas Llosa, y fue homenajeado en ciudades como Salamanca, Lima y su natal Ambato. Sobre su oficio solía afirmar: “El poeta escribe desde una herida, pero también desde la necesidad de que esa herida hable”. Así, sus versos se convirtieron en archivos de la memoria individual y colectiva.

Iván Oñate deja una obra que seguirá dialogando con lectores, escritores y académicos. Su poesía, atravesada por la claridad de lo íntimo y la hondura de lo universal, permanece como testimonio de una vida dedicada a la palabra. Como escribió en uno de sus poemas: “El silencio también tiene su voz, y en ella escucho lo que nunca sabré decir”.

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