Cultura

Rezos y oraciones por el fin de la pandemia

Familias cuencanas se ponen de rodillas frente a imágenes de su adoración con rosario en mano ante el cierre de las iglesias

cuencanos capilla
Basílicas. Los templos católicos morlacos lucen cerrados, pero la fe y la esperanza de su pueblo siguen intactas.Jaime Marin / EXPRESO

En estos días los cuencanos extrañan el repique de campanas de las iglesias llamando a misa. Las puertas están cerradas y los grandes relojes de las cúpulas están detenidos, como la humanidad frente a la amenaza mortal del COVID-19.

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Así lo reseña doña Rosario Bernal, una adulta mayor que diariamente participaba de los actos religiosos de las 07:00. “Dios está en todos lados, atiende nuestro llamado donde estemos”, reflexiona la mujer, al señalar que los momentos de oración los ha trasladado al seno del hogar. Junto a su esposo Virgilio Lozano, y con un rosario en las manos dice “me abrazo espiritualmente con mis hermanos a través de la oración al Creador que todo lo puede”.

Cada amanecer al levantarse, Virgilio y Rosario se dirigen hasta la sala de la casa, donde a través de un computador y un celular se conectan con sus hijos residentes en Machala y Estados Unidos. Juntos y bajo la dirección de doña Rosario reflexionan sobre los pasajes bíblicos y la lectura de los Evangelios. “Eso nos fortalece en espíritu y religiosidad, en estos momentos duros”, refirió la adulta mayor.

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Plegaria. De rodillas, en las salas de sus casas, los morlacos oran por la salud.Jaime Marin / EXPRESO

Como los Lozano Bernal, muchas familias morlacas dedican más tiempo a la oración y reflexión, bajo los preceptos bíblicos con los que se criaron, basados en la religiosidad y espiritualidad. Piden solidaridad y un milagro bendito para que pronto todo esté bien. “Somos la familia, padre, madre e hijos, que unidos en la esperanza buscamos alivio en la palabra de Dios y sanación para la humanidad”, aseguran los Lozano.

Los rezos y oraciones que se escuchaban desde el interior de los templos ahora suenan desde los domicilios, acogiendo el mandato del confinamiento para evitar el contagio con el COVID-19. Las iglesias y templos de oración se hallan cerrados, sin embargo eso no impide que las familias se reúnan en casa, incluso con mayor fe y esperanza en la comunión espiritual, señala el sacerdote Marcelo López, párroco de Santa María de El Vergel.

Se invoca al Dios Supremo y a las advocaciones como el Sagrado Corazón de Jesús y La Virgen Dolorosa, con el rezo del rosario, y el clamor a Dios, en medio de la espiritualidad de los feligreses en estos días de emergencia sanitaria. Consideran que de este modo podríamos pronto salir de esta emergencia.

Por ahora no hay misas en los templos, señala Gloria, quien diariamente a cambio del oficio religioso reza el rosario con sus nietos y de rodillas ante una imagen de la Advocación de La Dolorosa que uno de sus hijos residentes en los Estados Unidos le había regalado.

Los templos están cerrados, pero la gente sigue unida en comunión y espiritualidad para superar la crisis sanitaria del mundo.

Repasa según el día los misterios gozosos, dolorosos, gloriosos y luminosos “.Pido por mis hijos, por mis nietos, por la humanidad, que el manto bendito de Dios nos cubra y aleje el peligro del virus”, dijo doña Gloria.

A Dios no solo se lo encuentra en las iglesias, está en todos lados explicaron los Lozano Bernal, Gloria y Antonio, quienes, dentro de su interioridad y fe, aseguran que “el Señor atenderá su llamado y brillará el milagro de salvar a su pueblo”. “Vivimos momentos difíciles, pero la esperanza y confianza en el Supremo debe fortalecernos en familia”, refirió el arzobispo de Cuenca, Marcos Aurelio Pérez.

En su reflexión dice que el mal está presente y debemos hacerle frente con esperanza y no con desesperación, con confianza en Dios y tomando muy en serio las medidas decretadas por el gobierno nacional y las autoridades de salud. 

Las misas se ofician a través de las redes sociales y el internet, en las cuentas de los feligreses de cada parroquia. “No hay que desesperarse, es momento de reflexión, de unirnos bajo el cobijo del amor de Dios, compartiendo en familia para conocernos y unirnos más. Hay el contacto espiritual con él, con el mismo corazón de siempre, él nos escucha donde estemos, en la iglesia, o en la casa. Dios va a nuestro encuentro porque para el Señor no hay fronteras; padres, hijos y abuelos reunidos para meditar”, concluyó el vocero de la iglesia Católica en Cuenca.