Cultura

Comunidad. Quienes entonan los tambores y pingullos son los más ancianos.
Comunidad. Quienes entonan los tambores y pingullos son los más ancianos.GRANASA

Elevando su música al sol

Indígenas kichwas, mestizos y afroecuatorianos utilizan el tambor y el pingullo en las manifestaciones culturales Músicos buscan rescatar la tradición

La suave música de los pingulleros y tamboreros estremece la piel. Es como lamento y a la vez el llamado a la vida. Es la música del sol.

Esos sentimientos transmiten los músicos ancestrales con el pingullo y el tambor. Quedan pocos en la serranía y mediante el proyecto Intipak Taki Tambor y Pingullo se busca rescatar que no se pierdan las tradiciones milenarias.

El tambor de cuerpo es cilíndrico y grueso, suele pesar 6 libras, aproximadamente. Los músicos lo llevan cruzado entre el cuello y el brazo.

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Los pocos músicos sabios o mamas luchan por sobrevivir en la era de la competitividad, mencionó Javier Venegas, promotor cultural.

José Guaste es pingullero de 70 años, casi toda la vida se ha dedicado a entonar los instrumentos ancestrales. Es oriundo de la comunidad de Chilla San Antonio y asegura que aprendió a entonar escuchando a los abuelos. “Esto es parte de nuestra cultura que no se debe olvidar. Con la música agradecemos a Dios, la tierra, sol y a la vida. Somos pocos, pero nos gustaría que más jóvenes aprendan”, sostuvo el pingullero, quien entona sus instrumentos, lo hace con el alma.

Quienes tocan el tambor y el pingullo lo hacen más en las fiestas ceremoniales. Muchos entonan los dos instrumentos al mismo tiempo, es decir el pingullo y el tambor.

Tanto el pingullo como el tambor son elaborados en las comunidades. El tambor es forrado con lana de borrego para evitar su deterioro y que el sonido sea mejor.

Mientras el pingullo es una especie de flauta elaborada con caña o bambú. Antes de la llegada de los españoles era elaborado con el hueso de la canilla de un cóndor.

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Sus melodías alegran las actividades, pues para los habitantes antiguos de la serranía estos instrumentos forman parte de la esencia de los pueblos andinos. Es una tradición que aún permanece viva, aunque pocos jóvenes se interesan por seguir el legado.

Álex Velasteguí, del grupo cultural Intipak Taki, emprendió la tarea de buscar a los últimos pingulleros y tamboreros de Tungurahua y Cotopaxi con el objetivo de rescatar estas costumbres y tradiciones de los pueblos.

Jimmy Villacís, de 44 años, expresó que pocos se interesan en aprender a entonar estos instrumentos ancestrales. Aunque en muchas ocasiones pasan desapercibidos y hasta opacados por la banda de pueblo, los tamboreros-pingulleros son los que siempre dan la esencia a las festividades.

“El bombo y el pingullo datan de la época incásica con los que se interpreta el Intipak Taki o música del sol, en el Inti Raymi”, explicó Luis Achote, gestor cultural.